Catalunya es uno de los países más populares a la hora de consumir tapas en bares y restaurantes, junto con España. Un plato o entrante clásico que, a veces, se puede convertir en toda una aventura gastronómica con qué disfrutar y probar algunos de los productos más exquisitos. Hace unos días se celebró el Día Mundial de la Tapa y quién sabe si es la última ocasión en la que celebramos esta fecha gastronómica señalada en nuestro territorio. O quizás resulta que lo estamos celebrando erróneamente. Una festividad que alaba la tapa, pero que cada vez está más cerca de desaparecer de los establecimientos, tal y como se ideó en unos inicios.

Adiós a las tapas gratis

Y es que hoy en día es muy y muy difícil encontrar un bar o un restaurante que cuando te sirve una caña, te lo acompañe con unas olivas o unas patatas o un poco de frutos secos. Aquello que era la normalidad, la tradición y lo más frecuente se ha vuelto en algo invisible y defenestrado. De hecho, ahora salta la sorpresa, e incluso la lagrimita, cuando te encuentras con aquel buen hombre que te ofrece unas patatas gratuitas a la hora de pedir la cerveza. Un 'marca de la casa' desterrado de nuestro país y que ha comportado que el significado de la tapa quede totalmente obsoleto, para renacer bajo el mismo nombre de 'tapa', pero con una acepción nueva y, por qué no decirlo, insultante.

Aquello que era la normalidad, la tradición y lo más frecuente se ha vuelto en algo invisible y defenestrado

Explica la leyenda que el rey Alfonso X El Sabio dispuso que no se sirviera en las fondas castellanas ninguna bebida que no fuera acompañada de alguna pieza de comida, para evitar que el alcohol subiera a la cabeza de manera rápida. Entonces las tapas solían consistir en un trozo de jamón o queso que se ponía sobre el vaso y que no solo servía para comerlo, sino que también cumplía otra importante misión. Y era que los insectos voladores no entraran en el líquido. De esta manera, la comida servía también como tapadera de la taza, y por eso se quedó con el nombre de tapa. De eso, sin embargo, ya no queda nada.

Tapa de ensaladilla rusa
La nueva acepción insultante de las tapas / Foto: Unsplash

Tengo la sensación de que nos han extirpado aquello que formaba parte del ADN de la gastronomía nacional. Aquello que caracterizaba los bares de los pueblos, aquel restaurante de carretera que lo conoces como si fuera tuyo o incluso el restaurante de más clase, te servía hace unos años aquel platillo pequeño blanco que unía fielmente el beber y tu paladar. Pero de eso, amigos, ya no queda nada. O casi nada. Y es una lástima que ahora la concepción que tengamos de la palabra 'tapa' sea un aguacate a la brasa o un carpaccio de ternera.

Un 'marca de la casa' desterrado de nuestro país y que ha comportado que el significado de la tapa quede totalmente obsoleto para renacer bajo una nueva acepción insultante

Eso es lo que han conseguido una barbaridad de restaurantes que se han subido al carro de ahorrar qué, un poco de euros, para arrancarnos una esencia culinaria que no hemos defendido lo bastante. No hemos levantado lo suficiente la voz. Ahora, todos estos monstruos de la restauración se llenan la boca (y la carta) de tapas que, honestamente, no lo son: flores de alcachofas con salsa romesco, burrata con virutas de jamón, carpaccios y un largo etcétera con el que chocas en cada esquina de Barcelona. Qué desgracia. Mientras tanto, protegemos de la ola de expats y visionarios gourmets que se han cargado todo eso, como este local de Cornellà que visité hace un año y que mantenía fielmente la tradición de la bebida y la tapa gratis, como antes veíamos en todas partes. D.E.P., Tapa.