No podía faltar la receta de las clásicas alcachofas fritas, siempre tan buenas y que tan bien acompañan a muchos otros platos. De nuevo, señalar que el objetivo de publicar estos tipos de recetas no es precisamente mostrar su básica elaboración, sino recordar su existencia y posicionarlas dentro de nuestro recetario como recurso para el día a día.
Como ya sabréis, la alcachofa tiene muchas propiedades organolépticas y nutritivas. Su proporción de proteínas e hidratos de carbono es muy significativa en comparación con el resto de verduras. Los minerales que destacan son el calcio, sobre todo, el fósforo y el hierro, así como las vitaminas A, C y del grupo B. Son de gran eficacia contra las afecciones hepáticas, ya que constituye un verdadero protector del hígado, muy recomendable en caso de hepatitis (A y B), cirrosis, degeneración grasienta del hígado causada por el alcohol, hepatitis alcohólica, intoxicación por medicamentos y siempre que se deseen potenciar las funciones desintoxicantes del hígado.
Pero lo mejor de todo es que están muy buenas, ¿verdad que si?
3 alcachofas frescas
1 limón
aceite para freír
sal
Primero de todo tendréis que pelar y cortar las alcachofas. Pero la alcachofa se oxida muy rápido y se pone negra. ¿Qué podemos hacer?
Llenad un bol con agua.
Exprimid el zumo de un limón dentro del agua. En esta mezcla los trozos de alcachofa no se oscurecerán. Algunos usan perejil en lugar de limón.
Ahora sí, cortáis parte del tronco.
Y la parte superior de la alcachofa.
Recortad el corazón y parte externa del tronco.
Y ahora sí, podéis cortar la alcachofa en láminas.
Muy bien.
Colocad estas rebanadas de alcachofa dentro del agua con limón temporalmente. Ahora preparad una sartén con abundante aceite para freír hasta que esté caliente.
A continuación, secad los trozos de alcachofa con un papel.
Y ya los podéis freír. Comprobad si el aceite está bien candente.
Haced varías tandas para tener controlado en todo momento el tiempo de cocción. Conviene no apilarlas.
Dadle la vuelta con la espumadera y cuando estén doradas retiradlas.
Y saladlas.
Y ya las podéis servir, bien calientes. De tapa o de guarnición para la carne o el pescado.
¡Buen provecho!