Esta es una salsa que siempre se ha hecho en nuestra casa y que considero que es especialmente buena y apropiada para las almejas. Muchos me diréis que es la salsa verde, pero hay varias interpretaciones sobre la salsa verde. Esta, también tiene una cierta similitud a la salsa normanda que hacen los franceses, por el vino y la mantequilla. En definitiva, es de aquellas salsitas especiales que hacen que te lamas los dedos.
500 g de almeja grande
1 cucharada de harina
1 trozo de mantequilla
1 vaso de vino blanco
2 ajos
perejil fresco
aceite de oliva
sal
Preparamos los ingredientes.
Empezaremos por dejar hecha la picada, con un poco de ajo, perejil y sal.
Y picad, con paciencia. Tenéis que saber que no queda igual una picada hecha con mano de mortero... que si lo trituráis todo con una batidora eléctrica.
Perfecto.
Las almejas conviene tenerlas media horita en agua y abundante sal, para purgarlas de arena.
Preparamos un clásico "roux", deshaciendo un poco de mantequilla.
Cuando deje de chisporrotear, añadiremos la harina.
Lo removemos bien... para integrar la mantequilla en la harina.
Dejad que haga un poco de hervor... que se tueste la harina... para evitar que tenga sabor de harina.
Ahora el vino. Utilizad un buen vino, lo mismo que servís en la mesa. Yo siempre digo que si se cocina con buen vino... mejor saldrá el plato.
Ponemos un vaso de vino blanco.
Lo removemos todo junto... y dejamos que se evapore el alcohol.
Un par o tres de minutos y veréis que va cogiendo una textura cremosa.
En este momento, verteremos las almejas escurridas.
Le damos dos vueltas y lo tapamos inmediatamente.
En un par de minutos... se habrán abierto.
A continuación, ponemos la picada que teníamos reservada y lo derramamos bien.
Ahora es cuestión de salarlo un poco y dejar que la salsita se mezcle con el agua de las almejas.
Pasados 3 o 4 minutos... ya lo podremos emplatar.
Servidlas bien calentitas.
No hay que decir que la calidad de las almejas marcarán la diferencia.
Acompañadlas de un vino blanco bien bueno y bien fresco.