Un plato muy fácil de hacer, de verdad os lo digo. Y con un resultado extraordinario, de aquellos que quedas bien. ¿Qué os hará falta?
Buenos alimentos, claro está. He conseguido unos lomos de bacalao desalado excelentes, al punto de sal y sin espinas. Y por otra parte, el dorado de los calamarcitos le aportan a la receta un punto de rigor en el paladar, casi umami, que junto con la salsa romesco gratinada, hace que este plato, para mi gusto, sea exquisito y altamente recomendable. ¡Probadlo y hablamos!
400 g calamarcitos frescos
1 trozo de lomo de bacalao desalado por persona
salsa romesco
aceite de oliva
perejil fresco
2 dientes de ajo
sal
Variantes:
Podéis hacer este plato con otros tipos de pescado y utilizar sepia en lugar de calamar
Preparad el pescado.
Es importante que el bacalao esté en su punto y bien desalado.
Limpiad los calamares retirando las vísceras y la pluma. A mí me gustan con piel, así que no recomiendo retirarla.
Pelad un par de dientes de ajo.
Poned a calentar una buena cantidad de aceite para freír el bacalao y añadid el ajo.
Mientras se calienta el aceite, enharinad el bacalao.
Vigilad no se quemen los ajos.
Poned a freír los lomo de bacalao.
Si conviene retirad los ajos antes de que se quemen.
Dadle la vuelta al pescado.
Reservadlo sobre un papel absorbente.
Poned los calamares en una sartén con un chorro de aceite y sal.
Dejadlos hacer hasta que pierdan toda el agua y empiecen a dorarse un poco.
Cuando empiecen a engancharse es cuando sueltan el tostadito umami que os comentaba.
Colocad los lomos de bacalao en una bandeja de horno.
Repartid los calamares.
El tostadito de la sartén aprovechadlo!
¡Excelente!
Vamos a por la salsa romesco. La podéis hacer en casa o comprarla hecha.
Si la salsa es demasiado espesa la podéis rebajar con un poco de agua.
Os tiene que quedar una salsa que se pueda extender bien.
Seguidamente, derramad la salsa sobre el pescado.
Echad un poco de perejil picado por encima.
Y ya lo tenemos a punto para gratinar. En este estado lo podéis reservar el rato que haga falta y, en el último momento, gratinarlo para servir.-lo bien caliente en la mesa.
Gratinar unos 10 minutos a unos 180 grados.
Tiene que tener un aspecto doradito.
Y ya lo podéis emplatar. ¡Es un plato que dice "¡cómeme!" verdad? ¡Buen provecho!