A mí me gusta el batido espeso, pero lo podéis hacer más líquido añadiéndote más leche. En cualquier caso, con estas cantidades el batido se puede beber con pajita.
Incluso, yo acostumbro a hacer la proporción de medio litro de leche por medio kilo de fresas y me lo bebo sin pajita, claro, es inviable. El jarabe de grosella, que no tiene alcohol, nos aportará color y un ligero aroma a fruto rojo.
Os confesaré que de pequeño tomaba mucha leche con jarabe de grosella... eran los batidos de fresa de mi infancia... incluso antes de que aparecieran los primeros batidos de fresa y vainilla de la casa Cacaolat.
750 ml de leche
500 g de fresas maduras
1 cucharada pequeña de canela en polvo
1 tapón de jarabe de grosella
3 cucharadas grandes de azúcar
Variantes:
Podéis incorporar algún cubito de hielo
Como siempre, la calidad del producto marcará la diferencia.
Empezaremos por escoger las fresas más maduras (sin que estén malas) y las lavaremos bien.
A continuación sacaremos la parte superior y las hojas.
Las iremos colocando dentro de la trituradora en trozos grandes.
A continuación, pondremos el jarabe de grosella.
Con un tapón tendremos suficiente.
A mí también me gusta añadir un poco de canela en polvo.
Una cucharada pequeña aproximadamente.
Ponemos también el azúcar...
y la leche, bien fría. Adicionalmente, podéis añadir unos cubitos de hielo.
Ya podemos tapar la trituradora...
y ponerla en marcha, al principio poco a poco, pero desprendido lo trituraremos a máxima potencia.
Y ya tendremos hecho nuestro batido.
Servidlo inmediatamente.
Podéis decorar el vaso con una fresa...
y alguna gilipollez más.
¡Y a disfrutar!
¡Buen provecho!