Hoy os traemos un postre hecho con fruta de temporada, de invierno, la naranja. Una elaboración extremadamente sencilla con un resultado excelente.
¿Os animáis?
320g de harina floja
3 huevos
250g de aceite vegetal (tipo girasol)
200g de azúcar
10g de levadura química en polvo
200ml de zumo de naranja
1 yogur natural
la ralladura de la piel una naranja o dos
una pizca de sal
una pizca de canela
1 cucharadita de pasta de esencia de limón (opcional)
colorante (opcional)
Variantes:
- Podéis hacer un glaseado de azúcar glacé con zumo de naranja para tirar por encima
- Podéis cubrirlo con cobertura de chocolate
Escoged unas buenas naranjas de temporada, que estén al punto, que tengan zumo pero que tengan también mucho de aroma.
Limpiad bien una o dos y raspáis la piel evitando llegar a la parte blanca.
Muy bien, lo reserváis.
Reservad también el zumo de una naranja.
En un bol poned los huevos y la ralladura de naranja.
Si os gusta (solo para dar color) podéis poner un poco de colorante, el mismo que venden para hacer cupcakes.
Y para potenciar el sabor cítrico podéis añadir una cucharada de esencia de limón en pasta.
Poned el azúcar con los huevos.
Batidlo un poco.
Ahora, incorporad el aceite.
También el yogur.
Y el zumo de limón.
Una pizca de sal.
Y un poco de canela.
Finalmente, la harina pasada por un cedazo junto con el impulsor químico.
Lo removéis bien, que no quede ningún grumo.
Una vez lo tenéis, dejad reposar esta mezcla un par de horas en la nevera.
Mientras tanto, poned papel de horno en un molde. Le podéis dar forma con unas cuantas naranjas.
Verted la mezcla dentro del molde.
Si queréis, podéis echar azúcar por encima para provocar una capa crujiente en el bizcocho.
A 180 grados, hornead el bizcocho durante unos 45 minutos como mínimo. Vais pinchando con un punzón largo para comprobar si está hecho de dentro.
Mientras se hace, si queréis, podéis preparar un glaseado mezclando 200g de azúcar glacé con un chorrito de zumo de naranja. Más bien poco, ya que nos interesa que quede denso.
Cuando el punzón salga limpio y tenga esta buena pinta, ya lo podéis sacar del horno.
Una vez frío, lo sacáis del molde y le tiráis por encima el glaseado junto con una pizca más de la ralladura de naranja.
Y ya lo podéis consumir. Lo podéis conservar tapado con un trapo limpio.
Si no queréis glaseado, lo servís directamente, o con un poco de chocolate caliente.
¡Buen provecho!