Un postre que he hecho para aprovechar una nata montada sobrante que tenía, unas frutas del bosque...y un chocolate que también me había sobrado de hacer un pastel "Sacher". Es decir, un invento. Eso si, de malo no tiene nada. Le he llamado bomba por la forma que tiene... y por el impacto visual que siempre comporta el chocolate. Y ahora que tengo emulsionante para helados, la próxima vez lo incorporaré a la nata mezclada con huevos (en plan semifrío) y así evitaremos la cristalización de la nata congelada, que no a todo el mundo le gusta. Pero este, está muy bueno.
250 gr nata montada
colorante rojo
frutas del bosque rojas
125 gr. cobertura de chocolate negro
50 gr. mantequilla
125 gr. nata líquida
1 plancha de bizcocho al cacao
Montamos la nata con el azúcar (200gr. de azúcar por litro de nata). Una vez montada, la paramos... o haríamos mantequilla.
Utilizaré estos frutos rojos.
Lo mezclaremos todo junto... con un poco de colorante alimentario rojo.
Llenaremos unos moldes semi-esféricos. Yo he utilizado unos cuencos de cerámica que tenía.
... y lo pondremos en el congelador.
Otro día (con el helado ya congelado), prepararemos el chocolate.
Calentaremos la nata y cuando hierva pararemos el fuego. Incorporaremos el chocolate y la mantequilla a trozos.
Removed hasta obtener una mezcla sin grumos. Dejadlo enfriar hasta unos 35 grados aprox.
Ahora sacamos el helado del congelador. Podéis utilizar una bayeta húmeda... (con agua caliente) y dar calor al cuenco por fuera. Después, con un cuchillo, os caerá solito.
Aprovecharé un poco de bizcocho de chocolate que tenía hecho.
Cortaremos una capa fina que nos servirá de base para nuestro helado.
Recortaremos todo el sobrante.
Ahora ya lo podremos verter en la mesa o en el mármol.
Con una paletina podéis rematar un poco el helado, y hacerlo bien redondo.
Esto lo tendremos que hacer rápido, ya que el chocolate está caliente y el helado frío. Ya me entendéis.
Lo bañamos rápidamente y lo volvemos a dejar en el congelador. Lo he decorado con unas tiras de bizcocho.
¡Qué colores, eh!
Una vez helado, así es como queda.
Servidlo con un buen cava, un vino dulce o un vino de hielo bien fresquito. ¡Buen Provecho!