¡Qué grandes son las calçotadas! Una de las tradiciones que más identifica Cataluña. Es curioso porque no hace muchos años que me he aficionado a la Calçotada. Hace 10 años ni siquiera había probado los calçots y ahora, en cambio, me apasionan. Los calçots no dejan de ser cebollas, es cierto, pero no os penséis que estáis comiendo cebollas calientes, por favor. Tienen un sabor muy característico. Yo pensaba que no me gustarían y mira por dónde me encantan.
En realidad, la palabra "calçot" define la forma de plantar este tipo de cebolla. Es un producto que nos aporta muchos minerales y vitaminas, son diuréticos y digestivos e incluso afrodisíacos (no es cachondeo). También se ha comprobado que los calçots contienen agentes anticancerosos. En casa, si no tenéis barbacoa como nos pasa a la mayoría, podéis hacer calçots al horno o rebozados, pero nada comparable a una buena calçotada hecha con leña.
calçots (entre 10-20-30 por persona, según coman)
salsa romesco
salsa alioli
carne y butifarras a la brasa
pan de payés
aceite de oliva
tomate
ajo
sal
1 porrón de vino (o sangría)
Primero tienen que ir tres coches a llenar el maletero de leña. Todo un ritual. Eso os obligará a visitar los bosques de la zona más próxima a la calçotada... y sed muy respetuosos con la naturaleza, ¿eh?... cogéis las ramas secas y rotas del suelo y así limpiaremos el bosque. Es mucho mejor coger ramas delgadas de pino y así haréis una hoguera de fuego bien vivo que impregnará los calçots y la carne de aquel aroma a pino imposible de conseguir en una cocina de gas. Si tenéis que comprar la leña os aconsejo vid.
Si queréis, cortad buena parte de las hojas verdes y de las raíces, que queden tal como se ve en la foto.
Si utilizáis una parrilla muy grande y no tenéis problemas de espacio, os podéis ahorrar pelar la parte verde.
Pero la raíz es recomendable sacarla siempre.
En realidad, mucha gente saca la parte de la raíz y los liga uno por uno con un alambre, pero se tiene que tener mucho tiempo para hacerlo y no es imprescindible.
Ahora, en una parrilla repartid los calçots procurando que tengan todos la misma medida.
Mantener a fuego directo hasta que estén negros y tostados. Y cuidado, ¡controlad el fuego!... que entre risas y sangrías... ¡nadie se acuerda de los calçots!
Retirad la parrilla del fuego y dadle media vuelta a los calçots para hacerlos por el otro lado. Es imprescindible el uso de guantes para no quemaros.
De vez en cuando tocadlos con el dedo para notar si están blandos por dentro. Normalmente se hace con ramas delgaditas... que se consumen rápidamente.
También se puede hacer con leña más gruesa.
Como en esta ocasión, que utilizamos una barbacoa grande.
Pero si los podéis hacer con todos los recursos necesarios mejor.
Como podéis ver, en esta otro ocasión utilizamos una parrilla muy grande, especial para calçotadas. Acabas enseguida así. ¿Qué foto más catalana, eh?
Llegado este punto, con los calçots hechos, envolved unos 15 o 20 con papel de periódico y así se mantendrán calientes.
Al mismo tiempo, el papel de periódico permitirá que se acabe de cocer el interior del calçot con la misma el calor que generan.
A veces, los periódicos son un poco "caprichosos"... ¿verdad?, juas, juas.
Con la brasa generada, podéis ir haciendo la carne y las butifarras con un poco de sal y pimienta. Siempre hay alguien que no come calçots y empieza directamente por la carne. Él o ella se lo pierde.
Y finalmente... un poco de pan tostado, con ajo, tomate, sal y un buen chorro de aceite de oliva. A la hora de comerlos, aguantad el calçot por un extremo y, pellizcando la piel, estirad toda la capa quemada hasta dejar al descubierto el interior. Mojadlo en salsa romesco y...
... ¡para dentro!... ¡uno detrás del otro!... ¡hasta reventar!
Nosotros acostumbramos a acompañar la calçotada de una buena sangría "popular". De postres, va como va, pero debido a la proximidad de la Cuaresma acostumbro a hacer unos buñuelos que gustan a todo el mundo. Aunque normalmente las calçotadas acaban en una crema catalana o con un surtido de repostería variada. Y a disfrutar chicos, que son dos días.
Eso si, después de comer, es normal que alguien acabe tirado por el suelo, destrozado, abatido y reventado de comer. ¡Buen provecho!