Os presento un plato muy interesante, de aquellos que os permitirá mojar pan y llenaros el vientre de satisfacción. Y es que la carne de cordero es exquisita y es una carne muy utilizada en guisos tradicionales. Como veréis, esta receta de hoy no tiene mucho misterio y, de hecho, yo pienso que la complejidad mayor de una caldereta radica en encontrar la variante que más nos guste, ya que hay un montón.
Se puede acompañar el guiso con patatas (como he hecho yo), pero también es bastante habitual incluir guisantes, judías u otras legumbres. ¡Que aproveche!
1 kg de cuello de cordero cortado a trozos
1 kg de patatas
3 tomates maduros
1 cebolla picada
1 pimiento verde picado
1/2 pimiento rojo picado
1 zanahoria picada
3 dientes de ajo laminados
2 hojas de laurel
2 clavos
1 chorro de coñac
1 rama de romero fresco
pimentón
pimienta negra
aceite de oliva
agua
sal
Variantes:
Podéis poner vino rancio o vino blanco en lugar de coñac
Podéis utilizar partes más nobles del cordero (paleta, pierna, etc...)
Se puede hacer con caldo de carne o verdura en lugar de agua, o incluso, hacer un caldo con los huesos del cordero
Podéis añadir el hígado del cordero
En esta ocasión he encargado en el puesto del mercado un kilo de cuello de cordero cortado en trozos bonitos.
Lavad y secad la carne.
Saladla.
Y pimentadla.
Poned todo el cordero.
Dejadlo dorar por ambos lados.
Mientras coge color la carne, podéis aprovechar para ir rayando los tomates.
Añadidle una cucharada de pimentón para potenciar el color.
Aprovechad también para picar la cebolla.
... el ajo...
... y los pimientos.
Cuando la carne esté bien dorada, ya podréis retirarla.
Reservadla aparte.
En cuanto el ajo coja color, antes de que se queme, añadid la cebolla.
Y al mismo tiempo el pimiento y la zanahoria.
Removedlo todo y dejad que se haga a fuego bajo.
Mientras tanto, pelad las patatas.
Y rompedlas. ¿Que qué quiere decir romperlas?... os lo volveré a explicar.
Se trata de hacer un primer corte y después forzar que se rompa, que no quede el corte limpio. Cuando hacemos un corte limpio evitamos que salga el almidón de la patata y eso no nos interesa hoy. El almidón es un espesante natural que hará que la salsa quede con una textura más ligada.
Añadid un buen chorro de coñac al sofrito.
Dejad evaporar el alcohol hasta que caramelice el conjunto (unos 5-7 minutos).
Seguidamente, añadid el tomate.
Removedlo y dejadlo que se oscurezca más y se evapore el agua del tomate.
Poco a poco, irá cogiendo textura y empezará a engancharse por falta de líquido.
Será el momento de incorporar la carne que hemos marcado.
Removedlo todo, que la carne se impregne bien del sofrito.
En este punto, añadid el laurel.
También el clavo.
Poco, ya que es muy aromático.
Con dos clavos tenemos suficiente para un guiso como este.
Una rama de romero y listos.
Ahora, verted agua o caldo hasta cubrir sobradamente la carne. Pensad que en el mismo caldo se tendrán que cocer las patatas, que todavía no hemos puesto.
Saladlo un poco.
Pasado este tiempo, la carne ya la tendremos medio cocida.
Será el momento de incorporar la patata.
Removedlo bien.
Y ahora sí, dejadlo cocer unos 25 minutos.
Hasta que la patata esté bien cocida y la carne también. Rectificad de sal si hace falta.
Una vez acabado, es bueno dejar reposar el guiso un tiempo. Si pueden ser un par de horas al menos, mejor. De hecho, lo podéis hacer de un día para otro.
Si queréis espesar la salsa, podéis chafar una patata y disolverla. El almidón se encargará de todo.
Servid este plato bien caliente y que no falte pan para mojar.
¡Buen provecho!