Muchos no habréis oído nunca hablar de la "canana" (Todarodes sagittatus), y es normal. También llamada pota. Es un cefalópodo muy parecido al calamar (Loligo vulgaris) de tonos oscuros y una piel más dura. Notaréis que las aletas tienen forma de corazón en lugar de rombo, las del calamar son más estrechas y alargadas, de hecho ocupan 2/3 de la longitud de su cuerpo, mientras que las de la canana son más anchas y cortas, ocupan solo 1/3 de la longitud de su cuerpo. El resto, son prácticamente igual que los calamares.
Al ser una carne un poco más dura, se recomienda cocinarla en estofados o sofritos y no hacerla a la plancha. Es un producto con muy buenas propiedades nutritivas, pero muchos creen que su sabor no es comparable al del calamar (yo si) y, por lo tanto, la canana no es demasiado apreciada en la mayoría de cocinas, y por eso es más económica que el calamar (vigilad no os vendan gato por liebre).
Si encontráis, compradla y probadla, en un arroz o en un estofado como el que os propongo hoy. Un extraordinario plato de invierno para mojar pan. ¡Vamos!
500 g cananas limpias
8 patatas de tamaño pequeño
3 cebollas cortadas en la juliana
1 cabeza de ajos
1 vaso de vino blanco
1/2 vaso de brandy
aceite de oliva
2 hojas de laurel
pimienta blanca
sal
Variantes:
- Podéis hacer el mismo plato con calamar
- Podéis añadir setas de temporada
Como podéis ver, de apariencia son casi igual que los calamares.
Preparad el resto de ingredientes.
Cortad la cebolla en juliana.
En una cazuela con medio vaso de aceite de oliva, poned una cabeza de ajos cortada, para dar sabor.
Pelad las patatas. Esta medida nos va muy bien, por qué las podréis servir enteras y quedarán bien cocidas junto a la canana.
Poned las patatas y las doráis un poco.
A continuación, ya podéis añadir las cananas bien limpias.
Seguidamente, verted la cebolla y el laurel.
Lo removéis bien, y le añadís una cucharada de pimienta blanca.
También el vaso de vino blanco.
Y el brandy.
Lo saláis.
Y ahora, lo tapáis y lo dejáis escocer a fuego bajo durante unos 35-40 minutos.
Lo removéis de vez en cuando y rectificáis de sal. Si hace falta, añadid un poco de agua. Una vez la canana esté blanda, ya podéis apagar el fuego.
Dejad reposar el plato, si puede ser, 24 h. Al día siguiente solo tendréis que calentar esta maravilla de guisado.
¡Buen provecho!