¿Estáis ya cansados de los típicos canelones tradicionales de Navidad hechos con carne asada? Pues muy mal! ¡No os podéis cansar nunca de los canelones tradicionales! Bueno, en cualquier caso, de vez en cuando está bien innovar en la cocina, y os puedo asegurar que con esta receta triunfaréis seguro. Un plato de fiesta espectacular que podéis cocinar con antelación y mantenerlo congelado durante bastantes días. Como siempre os recomiendo, es mejor utilizar poca cantidad de producto de calidad que mucha cantidad de producto de baja calidad. Por lo tanto, salmón fresco y gamba roja.
Con estas cantidades os saldrán unos 18-20 canelones. En nuestro recetario encontraréis la receta paso a paso de la salsa bechamel. ¡Vamos!
2 trozos de salmón fresco (400 g aprox.) sin piel ni espinas
15 gambas rojas
1 caja de pasta de canelones
1 cebolla picada
aceite de oliva
pimienta negra
sal
1 copa de brandy
un puñado de piñones
espinacas frescas
cebollino para decorar
Para hacer la salsa bechamel:
pieles y cabezas de las gambas
un trozo de mantequilla
una cucharada grande de harina
nuez moscada
sal
750 ml leche
Variantes:
- Podéis utilizar otros tipos de pescado (rape, merluza) y se puede poner bogavante
Preparad los ingredientes.
Pelad las gambas.
Y reservad las cabezas y pieles.
Poned un trozo de mantequilla a calentar.
Tirad las cabezas y pieles de gambas con un poco de sal, y lo doráis todo.
Con la cuchara, apretad bien las cabezas de gamba para extraer su jugo. Añadid el brandy.
Dejad evaporar el alcohol unos 5-7 minutos.
Ahora, añadid unos 250 ml de agua.
Lo dejáis hervir unos 10 minutos máximo y lo reserváis. Recordad ir aplastando las cabezas de las gambas.
Ahora, en otra sartén, poned un chorro de aceite de oliva y echáis la cebolla picada.
Dejad que la cebolla coja color, con una pizca de sal.
Una vez la cebolla esté dorada, haced sitio en medio y poned un puñado de piñones. Los doráis ligeramente, pero cuidado que se queman con facilidad. Es cuestión de pocos segundos.
Seguidamente, ya podéis verter el salmón cortado en dados y las gambas. Lo salpimentáis todo.
Al mismo tiempo, podéis un buen puñado de hojas de espinaca fresca.
En menos de cinco minutos lo tendréis todo hecho. Rectificad de sal y lo reserváis. Podéis aprovechar para trocearlo todo con unas tijeras.
En otra sartén, deshaced un buen trozo de mantequilla y tiráis la harina, para hacer la bechamel. Dejad cocer la harina.
Entonces añadís la leche poco a poco, hasta tenerla toda incorporada, sin acabar de hacerla. Una pizca de sal y de pimienta.
Ahora, colad todo el caldo de las cabezas de gamba y lo añadís dentro de la bechamel.
Aplastad bien las cabezas de gamba, ya que es donde está toda la esencia.
Ahora lo removéis poco a poco durante unos 12-15 minutos a fuego medio para acabar de hacer la bechamel.
Si os gusta, podéis poner una pizca de nuez moscada.
Cuando tengáis la textura de bechamel, rectificad de sal y apagad el fuego.
Poned un par de cucharones de esta bechamel en la mezcla de pescado y marisco.
Y lo removéis, eso hará que el relleno sea mucho más agradable en boca. Y ahora si, lo dejáis enfriar bien. Para rellenar los canelones hace falta que el relleno no esté caliente. Si lo preferís, podéis triturar el relleno. A mí me gustan con trozos grandes.
Preparad la pasta de los canelones siguiendo las instrucciones del fabricante. Vais poniendo las placas sobre un trapo limpio y húmedo.
Vais rellenando los canelones con paciencia. Que os ayuden vuestros hijos.
Y los vais colocando en la bandeja de horno directamente.
¡Perfecto!
Seguramente la bechamel se habrá solidificado demasiado al enfriarse. Es tan fácil como encender el fuego de nuevo y añadir un chorrito de leche. Lo removéis y enseguida la tendréis perfecta de nuevo.
Como veis, a mí me han salido unos 20 canelones que he repartido en tres bandejas para dos personas.
Y lo más chulo y gustoso de toda la receta: cubrir los canelones con la bechamel. ¿Siempre es un placer hacerlo, verdad?
Que queden bien cubiertos. Los canelones tienen que llevar mucha bechamel.
Por último, solo tendréis que gratinarlos al horno con queso y mantequilla.
Hasta que tengan esta pinta.
Y ahora, a disfrutar de un plato de lujo, con un poco de cebollino por encima (para diferenciarlos de los de carne) y una pizca de pimentón.
¡Buen provecho!