Hoy publico esta receta (si es que se puede llamar receta) no por su elemental elaboración, sino para difundir nuestra tradición y, además, para hacer algún apunte sobre la castaña y su tostado. A mí me gustan las castañas, y es una lástima no tener todo el año. Las castañas tostadas, yo las hago con aquella sartén de agujeros, que ahora puedes comprarla en cualquier ferretería... pero lo mejor es cocerlas a la brasa, con leña o carbón. Los que tenéis vitrocerámica, no os queda otra que hacerlas al horno. ¡Sea como sea viva la Castañada!
500 g de castañas gallegas
1 sartén con agujeros
agua
Variantes:
Hay quien pone un poco de sal antes de tostarlas
Empezaré por recomendar única y exclusivamente las castañas gallegas.
Veréis que son bonitas, firmes, grandes y con buen color de piel.
Aquí podéis apreciar la diferencia con la castaña andaluza, más fea, pequeña y menos sabrosa.
Utilizaré esta sartén de agujeros que compré en una ferretería de barrio.
Los agujeros permiten que el fuego traspase directamente y tueste las castañas. Si tenéis vitrocerámica... ¡Mala suerte!
Practicaremos un pequeño corte en la parte superior de la castaña.
Suficiente para evitar que estallen.
Y las pondremos a tostar a fuego bajo.
Las tendremos, aproximadamente, unos 20 minutos, removiendo constantemente.
Preparaos un vaso con agua y, de vez en cuando, echad un poco sobre las castañas.
Mojaos los dedos y salpicadlas.
Esta humedad hará que no queden tan secas y nos permitirá ralentizar el tostado exterior. Eso favorecerá que queden bien cocidas de dentro y no se nos quemen antes de tiempo.
Hay quien las pone en remojo un rato antes de cocerlas, pero yo pienso que no hace falta un exceso de agua.
Y a remover y remover.
Y a cantar.
Y venga, una pizca más de humedad.
E ir haciendo. Qué olorcito que hace por toda la casa, ¿eh?
Poco a poco notaréis que la cáscara se va tostando...
En este punto, ya podremos ir preparando las papelinas o cornetes de papel.
Con un poco de práctica os saldrán perfectamente. El papel de periódico conserva bien el calor.
Las reservaremos un rato.
Este calor y esta cocción pasiva y residual hará que las castañas se ablanden ligeramente, garantizando una textura en boca más melosa, no tan seca.
Y ya solo nos quedará pelarlas.
Si lo habéis hecho bien, las castañas se tienen que pelar prácticamente solas.
La piel interior tiene que quedar enganchada a la superior y salir la castaña limpia.
Y aquí tenemos la castaña perfecta.
Y mira que están buenas, ¿eh?
¿Qué nos faltaría? ¡Claro está! La compañía de unos boniatos al horno. ¡A disfrutar!