Cebolla al puñetazo, sí, sí. ¡Buenísima, chicos! El hecho de aplastar la cebolla a puñetazos servirá para partirla, aunque también provoca la extracción de su líquido, lo que hará que la cebolla no pique tanto. Además, este tratamiento (o maltrato) le dará en la cebolla una textura muy particular.
En esta ocasión, he utilizado la Cebolla Larga de Berga. Esta variedad de cebolla tradicional del Berguedá destaca por su forma alargada y su dulzura, nada picante. Es ideal para aliñar y comer en crudo. No hace falta que os hable de los beneficios que tiene para salud el consumo de cebolla, ¿verdad? Este plato de hoy, puede parecer una gamberrada, pero a mí me ha sorprendido gratamente: si la cebolla, el vinagre y el aceite son buenos, lo podéis considerar un entrante como cualquier otro. Además, siempre lo podéis acompañar de un poco de atún, de unos tomates de la huerta o de un bacalao deshilachado. ¡Bueno de verdad!
2 cebollas dulces
Vinagre de vino
Aceite de oliva virgen extra
Pimienta negra
Sal
Variantes:
Se pueden añadir unas olivas, las negras de Aragón van muy bien
Se puede dejar en remojo con vinagre, después de darle el puñetazo.
Se puede aplastar antes o después de pelarla
Como podéis ver, la medida de esta variedad de cebolla larga de Berga es muy característica.
Como os comentaba, la podéis aplastar con piel o sin piel.
Yo le sacaré la parte superior e inferior y la pelaré previamente.
Perfecto.
Se puede chafar entera, pero si la partís en trozos, os irá mejor.
Por la mitad... y la mitad de la mitad.
Es decir, a cuartos, aproximadamente.
Ahora, colocaremos los trozos de cebolla dentro de un trapo de cocina bien limpio.
Es importante enrollar bien el contenido e intentar que haya una cierta presión en el interior.
Pensad que el objetivo es extraer toda el agua de la cebolla. Podéis presionar con la palma...
¡Dadle muy fuerte! ¡Con ganas! ¡Pensad en algún vecino o vecina que os dé rabia si hace falta!
Si os cansáis, utilizad la parte inferior de la mano, en plan Bruce Lee. Podéis lanzar improperios en chino también!.
Si lo habéis hecho bien, el trapo tendría que estar empapado de agua de cebolla, y la mesa también. Abrimos.
Como podéis observar, la cebolla ha quedado completamente partida.
Directamente, la podéis emplatar.
Ahora sólo nos quedará aliñarla con un poco de vinagre de vino...
... un buen chorro de aceite de oliva virgen extra...
... y sal y pimienta al gusto.
Y ya la podéis degustar.
Ummm.... ¡un placer!
¡Buen provecho!