Para contentaros a todos, hoy os presento la versión de los champiñones al horno con huevo de codorniz, ahora si, con una cocción mínima del huevo, garantizando que al cortar el champiñón la yema reviente como si de un huevo frito se tratara.
Cómo veréis, no tiene más secreto que añadir el huevo en el último momento y tenerlo cociendo el tiempo mínimo. Por la red también corre el truco de colocar solo la clara del huevo hasta que quede cocida y al sacarlos del horno añadir la yema. Pero mi experiencia es que no queda igual y todavía lo complicamos más. Simplifiquémoslo pues. Estos champiñones están al alcance de todo el mundo. Más fácil imposible, y es una buena y económica tapa que podéis presentar en cualquier ocasión, incluso para Navidad. Espero que os guste.
12 champiñones frescos grandes
12 huevos de codorniz
aceite de oliva
orégano
pimienta negra
sal
Variantes:
Podéis poner un punto de sal en escamas por encima
Lo podéis acompañar de rebanadas de pan tostado o formar un pincho (cuidado donde claváis el palillo)
Preparamos los champiñones...
... y los huevos de codorniz.
Empezamos por retirar la parte baja de los champiñones.
Los lavaremos bien.
Con las manos, arrancaremos la pata del champiñón que no utilizaremos. La podéis utilizar para una tortilla o un revuelto.
Colocad los champiñones boca arriba sobre una bandeja para el horno con un chorro de aceite. Saladlos...
... y pimentadlos al gusto.
Echad un chorro de aceite de oliva por encima de los champiñones.
Ahora los tenemos que hornear. Tienen que estar unos 15 minutos a 200 grados, aproximadamente.
A media cocción el champiñón soltará la mayoría del agua que contiene...
Ya sabéis que los huevos de codorniz cuestan de abrir, no tiene ningún misterio. Yo utilizo un cuchillo de sierra para hacerles un pequeño corte. A la hora de abrirlos la tarea se simplifica mucho.
Vertemos un huevo encima de cada champiñón.
Lo salamos ligeramente...
... una pizca de pimienta...
... y, para acabar, una pizca de orégano.
Ahora es cuando tenéis que sincronizar el tiempo de acabar la cocción con el servicio en mesa. Los huevos tienen que estar al punto y se tienen que servir inmediatamente.
Volved a hornear la bandeja hasta que la clara se vuelva blanca. Más o menos es 3 minutos y si movéis la bandeja notaréis cómo los huevos tiemblan como un flan. No pueden quedar cocidos. En este caso, pecad de crudo que no de cocido.
Y ya los podemos emplatar, bien calentitos.
Es una buena tapa que gusta a todo el mundo y no le hacen falta demasiadas filigranas.
Y a clavarle un mordisco...
Comprobamos el huevo: la yema está perfecta.
Esta es la textura que buscamos. El champiñón tampoco tiene que estar excesivamente cocido.
¡Buen provecho!