Conejo frito. Así, cómo suena. Tonto, ¿eh?... ¡tan tonto que muchos no reparamos en cómo está de bueno el conejo frito! Se tiene que comer con las manos, si puede ser, vaya. El crujiente exterior hace que te estés un buen rato lamiendo... y lamiendo... y lamiendo.
¿Y el ajillo?... que bueno que queda hecho así, también. Acompañadlo de la guarnición que más os guste, y de un buen alioli si queréis.
1 conejo cortado a trozos
1 cabeza de ajos
tomillo
pimienta negra
aceite para freír
sal
sal en escamas
judías de guarnición
Variantes:
Se puede hacer con pollo
Lavamos bien el conejo y preparamos todos los ingredientes. Ya podemos poner a calentar una sartén con abundante aceite, de manera que casi cubra un corte de conejo.
Salamos y pimentamos la carne.
Echaremos un poco de tomillo por encima también.
Con el aceite no demasiado caliente, empezaremos por hacer los ajos... enteros y con piel.
Que cojan un poco de color y den sabor al aceite.
Ahora iremos incorporando trozos de conejo... cuidado que salpica un poco.
Si salpica demasiado lo podéis tapar.
Vigilad los ajos, que no se quemen... y retiradlos antes. Cuando el conejo esté tostadito...
Lo iremos reservando sobre un papel absorbente. Que se vea crujiente.
Ahora, salteamos unas judías, servirán de guarnición...
... con un chorro de aceite, un poco de sal y un poco de pimentón dulce, si queréis.
Y emplatamos, bien calentito.
Poned conejo, ajos y judías... todo regado con un chorro de aceite de oliva en crudo... y una pizca de sal en escamas.
No me diréis que no os entra hambre ahora, ¿eh?
Excelente y sencillo plato tradicional.
¡Buen provecho!