Es una receta básica, una cremita sencilla de verduras de las que consumís muchos de vosotros habitualmente, de elaboración rápida, de aquellas ideales para una cena de cada día entre semana. Una receta sana y buena, y probablemente nadie defenderá nunca que una receta así pueda considerarse un referente, una elaboración a difundir desde un punto de vista cultural y gastronómico. Antes se hace con un arroz, un plato de marisco, una buena carne o un producto peculiar y autóctono. Y a mí, personalmente, me gusta elevar este tipo de recetas tan básicas, que, a efectos prácticos, son las que consumimos más y es por eso que habría que darles el valor y la posición que les corresponde. Para acabar, decir que por internet encontraréis tantas recetas de crema de calabacín como familias existen y, esta de hoy es otra, aunque os puedo garantizar que suele gustar mucho a los más pequeños de la casa, lo que la hace, cuando menos, más interesante. ¡Buena cocina!
1,5 l de agua
4 calabacines semipelados
1 cebolla tierna
1 pastilla de caldo de pollo
50 ml nata o leche evaporada
3 quesitos
pimienta negra
aceite de oliva
sal
Variantes:
La podéis acompañar con dados de pan tostado.
En vez de echar agua y pastilla de caldo, podéis echar caldo de verdura o ave.
Preparad la verdura.
Poned a calentar el agua o el caldo en una olla.
Pelad mal los calabacines. Bueno, es mi recomendación, pero eso va a gustos. Por una parte, en la piel se encuentran muchas de las vitaminas de esta verdura, pero por la otra, es un poco amarga. Mi recomendación es combinar los dos aspectos positivos y dejar un poco de piel.
Y picadlos, no importa demasiado cómo, después lo tendréis que triturar.
Pelad y picad también la cebolleta.
Y poned la verdura dentro de la olla.
Añadid la pastilla de caldo.
Un poco de sal, lo removéis y...
lo tapáis.
Dejadlo cocer unos 20 minutos.
Pasado este tiempo, retirad el 90% de líquido (reservando un poco por si hay que añadir más tarde). Ahora, trituradlo bien con una batidora eléctrica.
Añadid también los quesitos.
Ahora la nata líquida para cocinar o leche evaporada.
Volvéis a batir la mezcla y corregís de sal.
Es probable que no haya que añadir más líquido, pero si queréis una textura más licuada, incorporad una pizca más del caldo de hervir y corregid de sal de nuevo.
Buena pinta, ¿no?
Servidla bien caliente.
A mí me gusta presentarla con un poco de pimienta negra por encima y unos daditos de pan tostado.
Y cómo no, un chorro de aceite de oliva virgen extra.
Servid un bol con más pan tostado en la mesa.
¡Buen provecho!