La crema catalana es uno de los postres más típicos de Cataluña que se come durante todo el año, pero que se consume especialmente el 19 de marzo, San José, día del padre. Es cierto que este plato tan típicamente catalán también lo podéis encontrar en versión helado en muchas masías catalanas, pero no tiene nada que ver. Es de aquellas recetas que hacen país, ¿verdad? Además, es muy fácil de hacer en casa. Dejaos estar de cremas catalanas industriales y cosas similares.
Sólo tendréis que tener unos pocos ingredientes comunes y fáciles de encontrar. Hacéis la prueba y nunca más la compraréis hecha... ¡La crema catalana se merece un respeto, señores! Con un litro de leche os saldrán unas 8 cremas catalanas en cazoletas de barro pequeñas. ¡Tsch!, ¡eh!... ¿Os explico un secreto? Pero no se lo digáis a nadie, ¿eh? Poned un poco de sal, bien poca. La sal hace que la crema no empache tanto, despierta las papilas y, sin saber exactamente por qué, notaréis que os gustará más.
1 litro de leche
6 yemas de huevo
200 g de azúcar
40 g de almidón o harina de maíz (tipo Maizena)
color alimentario amarillo huevo (opcional)
peladura de limón
canela en rama
Variantes:
Podéis encontrar esta receta hecha con más o menos huevo
Si utilizáis almidón, la crema os saldrá más fina de sabor que con Maizena
Podéis sustituir la piel del limón por esencia de limón líquido (de venta en herbolarios)
Se puede hacer con una pizca más de azúcar (250 g)
Podéis utilizar canela en polvo en lugar de rama
Se puede acompañar de galletas finas, barquillos o carquiñoles
Se puede añadir una puntita de sal
En un cazo pondremos a hervir 2/3 partes de la leche.
Añadiremos un trozo de peladura de limón. Hay que evitar tanto como sea posible la parte blanca.
Incorporamos también un canutillo de canela (o dos pequeños).
Lo calentamos. No hace falta que llegue a hervir para aromatizar la leche con el limón y la canela, será suficiente que la leche esté muy caliente.
Preparamos las yemas en un cuenco aparte. Recordad que estoy haciendo la mitad de la fórmula.
Las mezclamos.
Ahora, mezclaremos con las yemas la 1/3 parte de la leche que no hemos calentado.
Incorporamos el azúcar.
A mí me gusta incorporar un poco de colorante para dar un toque de color más atractivo, pero podéis obviar este paso.
Lo removemos bien para uniformizar el color.
Y ahora añadiremos el almidón. Lo podéis comprar en cualquier farmacia y es más fino de sabor que la "Maizena".
Removemos bien para disolver el almidón.
La leche ya está bastante caliente (echa humo)...
... por lo tanto, podemos retirar la peladura de limón y la canela.
Separad el cazo del fuego y, con la ayuda de un colador, incorporad la mezcla de las yemas, azúcar, almidón, etc.
El hecho de colarlo nos asegurará que no quede ningún trozo de cáscara de huevo, ni de restos varios. La crema catalana tiene que ser bien fina al paladar.
Volvemos a poner el cazo al fuego (a fuego medio-bajo) y con una cuchara de madera iremos removiendo poco a poco. La idea es evitar que se enganche a la base y se queme.
Pasados pocos minutos notaréis que empieza a espesar. No os paséis de cocción. Pensad que cuando está fría solidifica más, por lo tanto es normal que quede con menos cuerpo de lo que podemos pensar inicialmente.
Ya la tenemos bien cocida. Escudillamos la crema en cazoletas individuales de barro.
Es importante tapar la crema con un poco de papel cuisson o film. De esta manera evitaremos que se forme piel, dejadla enfriar a temperatura ambiente y cuando esté fría la conserváis en la nevera. El color más vivo que veis es un efecto óptico provocado por el papel.
Ahora toca quemarlas.
La crema catalana se puede comer sin quemar (como si se tratara de unas natillas), pero os recomiendo que las queméis minutos antes de servir. Si guardáis la crema catalana quemada en la nevera durante demasiado rato... la humedad hará desaparecer el crujiente... y perderá toda su gracia. Por lo tanto, es interesante quemarlas 5 o 10 minutos antes de servirlas.
Yo utilizaré una pala eléctrica (resistencia), pero podéis utilizar la de toda la vida, aquella que se calienta directamente en el fuego. Tenéis que saber que entre quemadura y quemadura la pala se tiene que limpiar siempre. Eso evitará que el azúcar se queme demasiado (quiero decir tan tostado que es malo y tóxico). La mejor manera de limpiarla es haciendo uso de un poco de esparto o de tela. Si no tenéis, tres o cuatro hojas de papel de cocina también van bien, pero cuidado, que se puede prender fuego al papel con facilidad.
Tiramos una capa bien repartida de azúcar por encima...
... y quemamos sin hacer demasiada presión sobre la crema.
¡cof! ¡cof!
La quemada tiene que ser única y bien repartida.
No volváis a quemar encima.
La podéis decorar con un carquiñol.
Poco a poco las vais quemando todas, con el extractor a máxima potencia... ¡o vuestra casa parecerá Londres!
Y a disfrutarla... con un cava fresquito, ¿no?... o un licor fresquito... como un vino de hielo, etc.
¡Qué gran postre!
La podéis acompañar con un barquillo, un carquiñol, una fresa, unas virutas de chocolate, una galleta de coco, o lo que tengáis a mano, al fin y al cabo. Ummm... qué pinta, ¿eh? ¡Buen Provecho!
Cazoletas de barro sin asas
Quemador eléctrico (Para el azúcar quemado)
Soplete de cocina (Para los más vanguardistas)
Varitas para batir