Hoy os presento un aperitivo interesante, que se puede comer frío, tibio o caliente. Hoy hablaremos de una de aquellas recetas de cocina de aprovechamiento que te permiten terminar los sobrantes que encuentras dentro de la nevera. Ya sabéis que las empanadas se pueden hacer de mil maneras y el rellenado que os presento ahora no os dejará indiferentes. La mezcla de gulas al ajillo, gambas, champiñones con el sofrito de cebolla y tomate, le darán a estas empanadillas una singularidad especial que hará que todo el mundo las quiera probar.
Y es que, en el fondo, yo pienso que el formato de empanadilla nos atrae a todos. Emiten una de atracción casi mágica, una especie de magnetismo extraño que te pide que las pruebes. Supongo que tiene que ver con la curiosidad con saber qué esconden en su interior, y defrauda mucho cuando el relleno no está a la altura de tus expectativas. Estas en concreto están muy buenas, aunque personalmente tengo predilección por las clásicas empanadillas de atún, con pimiento y huevo duro, las de toda la vida, vaya. Llamádme básico. Por cierto, ¿cuanto hace que no coméis una empanadilla?... ¿ya tocaría hacerlas, no? ¡Venga!
1 paquete de pasta de empanadilla de tamaño grande
100 g de gulas al ajillo
100 g de gambas peladas
100 g tomate frito
6-7 champiñones frescos
1 cebolla en juliana
pimienta negra
aceite de oliva
perejil
sal
Variantes:
Podéis hacerlas con/sin champiñones
Podéis añadir un poco de picante
Se pueden freír en aceite en vez de cocerlas al horno
Preparamos los ingredientes.
Cortamos la cebolla a la juliana.
Y picamos el trozo de puerro.
Una vez limpios, cortaremos en láminas los champiñones frescos.
En una sartén con un chorro de aceite, saltearemos las setas.
En la misma sartén, con un nuevo chorro de aceite, saltearemos las gambas peladas.
Cuando estén hechas, añadiremos las gulas al ajillo.
Ahora, incorporaremos los champiñones y lo salaremos un poco.
También pondremos pimienta negra. Lo reservamos.
En la misma sartén, con un nuevo chorro de aceite, coceremos la cebolla.
La idea es procurar que quede cocida pero transparente.
Mientras tanto, si queréis, podéis ir picando un poco de perejil fresco.
Muy bien.
La cebolla ya la tenemos.
Lo dejaremos cocer un rato. El puerro se hace enseguida.
Seguidamente, verteremos a la sartén la salsa de tomate. Podéis utilizar cualquier salsa de tomate frito.
Ahora será cuestión de removerlo un poco...
... añadir las gambas, las gulas y los champiñones...
... y volver a removerlo.
Por último, un poco de perejil...
... un par de vueltas más y ya tendremos el relleno preparado.
Reservadlo en un plato y dejad que se enfríe un rato.
¡Este relleno, de esta manera, está buenísimo!
Llenaremos las empanadillas.
Colocaremos una cantidad de relleno en medio de una empanadilla.
La cerramos procurando que no sobresalga el contenido.
Y, como se ha hecho toda la vida, sellaremos la empanadilla con un tenedor.
Sobre una bandeja de horno con papel tipo cuisson, iremos colocando las empanadas que queremos cocer.
Para garantizar una cocción homogénea, es importante respetar el espacio entre cada pieza y procurar que cada empanadilla sea equidistante respecto del resto.
Finalmente, batiremos un huevo...
... y pintaremos las empanadillas. Si queréis, podéis poner unas semillas de sésamo o de amapola.
Y las pondremos a escocer a unos 180-190ºC durante unos 15-18 minutos.
Vaya, hasta que cojan buen color.
Y ya las podéis servir.
Se pueden comer frías o calientes.
Son unas empanadas con un rellenado sabroso, que sorprenderá a vuestros invitados.
Las podéis freír, en vez de hacer al horno, pero hoy he preferido esta cocción, un poco menos calórica.
¿Las probamos?
Ummmmm.
Por cierto, como os comentaba, las podéis decorar con semillas de amapola.
Las encontraréis en cualquier herbolario y son un buen recurso que se conserva bien y no se estropea.
Después de pintarlas, encima del huevo, pondremos las semillas.
Y una vez cocidas, cogen un aspecto muy simpático.
¡Buen provecho!