Tradicionalmente la ratafía se hace en San Juan, que es cuando las hierbas están en su mejor momento (aunque a veces se hacen por Todos los Santos) y se consume a partir de Navidad. La ratafía tiene un gusto intenso y con un cierto hedor fuerte. La receta que os presento hoy hace un uso delicado de este licor, haciendo que el flan tenga un sabor y un aroma suaves, que recuerdan a la ratafía en todo momento, pero hacen que este postre sea un producto exclusivo. De hecho, estos flanes le encantan a mi hijo, quien no entiende su consumo sin una buena dosis de nata montada. Su elaboración puede parecer complicada, pero enseguida os daréis cuenta de que es de aquellas recetas sencillas que podéis hacer en casa con vuestros hijos. ¡Vamos!
500 ml de leche entera
5 huevos (preferiblemente ecológicos)
85 g de azúcar
200 ml de ratafía
azúcar caramelo
Variantes:
Podéis acompañar el flan con nata, crema, nueces, barquillos, frutas, etc...
Se puede servir con un chorro de ratafía por encima (para los adultos)
Podéis utilizar la ratafía que más os guste. A mí me gusta comprar en las ferias de artesanía que visito.
También encontraréis ratafía en cualquier tienda o supermercado de Catalunya.
Dejad que reduzca casi a la mitad, aproximadamente unos 10 o 12 minutos según la intensidad del fuego.
Apagad el fuego y dejad que se enfríe un poco.
Con el azúcar caramelo y la ratafía preparados, ya podéis poner a calentar la mitad de la leche en un cazo.
Añadid los 200 gramos de azúcar y removedlo.
Dejad que arranque el hervor y lo apagáis.
Ahora, en un recipiente, romped los huevos. Preferiblemente huevos ecológicos ya que la calidad de un buen flan radica precisamente en el huevo.
Añadid el resto de la leche en frío con los huevos.
Ahora lo tenéis que batir la mezcla hasta que quede todo bien integrado.
A mí, particularmente, me gusta añadir un poco de colorante alimentario color "huevo", que hará más atractivo a la vista el flan. Pero podéis obviar este paso.
Este colorante se puede adquirir on-line.
Mezclad de nuevo.
Ahora si, incorporáis poco a poco la ratafía reducida y removéis.
Finalmente, añadid la leche con el azúcar.
Yo utilizo unos moldes de hierro de tamaño grande.
Los encontraréis en tiendas especializados y podéis escoger la medida que más os guste. También podéis hacer un único flan grande con un molde de plum-cake.
Colocad los moldes dentro de una bandeja de horno.
Ahora, toca el azúcar caramelo. El azúcar caramelo lo podéis hacer rápidamente en casa o comprarlo ya hecho. Sólo tenéis que cocer unos 250 gramos de azúcar con cuatro cucharadas de agua y unas gotas de limón hasta que se oscurezca, vigilando que no se os queme, removiendo de vez en cuando. Lo tenéis que dejar enfriar un rato antes de utilizarlo. Echad un par de cucharadas de azúcar caramelo en el fondo de cada molde.
Pasad la mezcla preparada en un recipiente que os permita escudillar bien los moldes, como esta jarra.
Os aconsejo llenar los moldes por la mitad y después acabar de llenarlos con lo que os quede. Es una buena forma de repartir equitativamente el contenido. Tampoco es estrictamente necesario llenar el molde del todo, sobre todo si son lo bastante anchos de diámetro. Creo que ya me entendéis, ¿verdad? Procurad una ración correcta por persona.
A continuación, y con mucho cuidado de no tirar agua dentro de los moldes, llenad la bandeja de horno con agua hasta más o menos la mitad. No deja de ser una cocción al baño María. De hecho, se puede cocer al fuego directamente también, aunque para mí el horno es más cómodo.
Con mucho cuidado, de nuevo, pasad la bandeja al horno y dejadlo cocer a 200 grados durante unos 45 minutos.
Comprobad con un punzón si el flan está cocido: si sale limpio ya lo tenéis, de lo contrario esperáis un poco más.
Una vez bien cocidos, pasad los flanes en otro recipiente y tirad el agua de cocción.
Dejadlos enfriar a temperatura ambiente y entonces reservadlos en la nevera hasta que estén bien fríos. Los podéis cubrir con papel filme para evitar que cojan olor en la nevera.
Y por fin llega el momento más esperado. Pasad con cuidado un cuchillo por los lados.
Verted el flan al plato. Si lo habéis hecho todo bien, caerá solito.
Aprovechad bien el azúcar caramelo que siempre tarda un ratito más en caer.
Y ahora si, decoráis el flan de ratafía con lo que más os guste. Podéis tirar por encima de un pequeño chorro de ratafía si queréis intensificar el sabor (sólo los adultos).
¡Buen provecho!