Os tengo que confesar que esta no es la carne que más me guste del mundo. Prefiero el cordero mil veces antes, pero también tiene su gracia el cochinillo... y, si está bien hecho, está bastante bueno. Este es un plato que se acostumbra a hacer por Navidad, para Nochebuena o Fin de Año.
Es una receta sencilla que solo requiere de una buena cocción de horno y de una dedicación especial a la piel del cochinillo para garantizar que quede bien crujiente. Os recomiendo comprar un cochinillo ibérico, ya que la grasa es más sana... y os puede costar entre 60-65 euros aproximadamente. Pero es probable que lo tengáis que encargar, porque no siempre hay, claro. Que aproveche.
1 cochinillo ibérico (aprox. 60-65 euros la pieza)
300 gr. manteca de cerdo
2 cabezas de ajo
ramas de romero, tomillo, laurel
aceite de oliva
sal
pimienta
Para la ensalada:
lechuga
tomate
aceite de oliva (y vinagre opcional)
sal
Variantes:
- Lo podéis acompañar de unas patatas al horno
- Se pueden utilizar todo tipo de hierbas aromáticas
Empezaremos por preparar una especie de adobo para el cochinillo con manteca de cerdo.
Lo deshacemos hasta que esté líquido, al fuego, en el horno o en el microondas.
Ahora utilizaremos tomillo y romero... y si es fresco mejor que el seco.
Ponemos cuatro o cinco cucharones de cada hierba... un par de cucharones de sal y lo removemos.
Lavad bien el cochinillo.
Si no os cabe entero en el horno, lo podéis partir en cuatro trozos, como he hecho yo y cocerlo en dos bandejas.
Secad bien el cochinillo con un trapo. Como veréis, lo más importante de este plato es el cuidado que tenemos que tener con la piel del cochinillo.
Preparamos la bandeja para el horno. Haremos una buena cama con de hierbas aromáticas.
Ahora, es interesante que el cochinillo no toque fondo... para conseguir un buen crujiente en la piel. Por lo tanto, tenéis que encontrar alguna madera para levantarlo un poco. Yo utilizo este artefacto que era de un cortador de pan. Precalentad el horno a 180 grados.
Pondremos el cochinillo encima... junto con unos dientes de ajo cortados por la mitad (con piel y todo)...
... y unas hojas de laurel.
Echamos un par de vasos de agua a la bandeja (no en el cochinillo).
Cubrid patas y orejas con papel de aluminio, para evitar que se tuesten en exceso.
Mientras el horno se pone a punto, pintaremos con un pincel el cochinillo... con el adobo que teníamos reservado. No os preocupéis demasiado por la cantidad de hojas de tomillo y romero. Veréis como luego el plato... y de ir pintando... la piel quedará, prácticamente, libre de hojas.
Poner la bandeja al horno. Cocer 60 minutos a 180 grados con recirculación de aire caliente. Pero veremos que necesitará más tiempo.
Es importante no mojar la piel con agua... y evitar que toque el fondo de la bandeja. Se tiene que ir pintando con el adobo de vez en cuando. Eso hará que, a pesar de ser una piel gruesa, quede muy crujiente. De hecho, es el secreto del plato.
Mientras se cuece el cochinillo, iremos preparando la ensalada... que no puede faltar.
No la hagáis demasiado cargada... lechuga bien buena... y tomates de la huerta. Un chorro de aceite de oliva y sal.
Pasados los 60 minutos...subiremos un poco más el horno, a 200 grados... lo volveremos a pintar...
... y lo dejaremos hacer de nuevo, 60 minutitos más. Si hace falta, podéis intercambiar las bandejas... la de arriba a abajo y al revés. Ya sabemos que los horno no cuecen igual arriba que abajo. Si la piel hace burbujas pinchadlas.
Pasado el tiempo... volvéis a subir la temperatura del horno a 230-240 grados... para acabar de tostar la piel durante unos 15 minutos. En total, el cochinillo necesitará un mínimo de dos horas al horno.
Ya tenemos el cochinillo cocido. Pensad que se tiene que comer caliente y al momento. La piel se ablanda con facilidad.
No recomiendo cocerlo... reservarlo y después recalentarlo porque se os pondrá blanda la piel. Y sobre todo, no lo reguéis con el juguito de cocción, sólo pintado con manteca.
Está bien cocido. Si no es demasiado grande no hace falta darle la vuelta al cochinillo. Si hace más de 5 kg... mejor girarlo un par de veces, pero dejando la piel a la vista durante la última parte de la cocción, que es cuando doramos la piel.
La tradición dice que lo tendríamos que partir con un plato... pero también se puede hacer con unas tijeras, claro.
La carne está bien cocida y la piel crujiente.
La ensalada ya la tenemos a punto... pues a comer.
Ya podemos emplatar nuestro cochinillo. Si queréis, podéis colar la salsita y servirla en una salsera aparte.
Qué bueno, ¿eh?... que no falte un vino tinto potente... de aquellos con cuerpo.
Y quien quiera la parte de la cabeza... es la mejor... la más sabrosa.
Mucha gente le tiene manía a la cabeza... les da como "penita"... pero en cambio, el resto del cuerpo se lo zampan que da gusto... ¿a que si?... ¿cómo somos, eh?
¡Buen Provecho!