¿Os gustan las gírgolas? Si me decís que sí, lo entenderé. Si me decís que no también. ¿Qué tontería he dicho, verdad?, pero los que me conocéis ya me entendéis bastante bien. Hoy en día, este tipo de seta se puede consumir durante todo el año, como pasa también con los champiñones, el shiitake y otras setas de cultivo. Es una seta carnosa, de sabor suave, ideal para acompañar cualquier plato de carne o pescado.
Es una seta limpia, agradecida y muy versátil en la cocina. No se trata de la mejor seta del mundo, ni mucho menos. Eso sí, resulta un gran recurso disponible en los mercados de forma permanente.
300 g de gírgolas frescas
aceite de oliva virgen extra
perejil fresco
1 diente de ajo
sal en escamas
Variantes:
Podéis mezclarlos con otras setas
Se pueden hacer sin la picada de ajo y perejil
Lavamos bien nuestras setas.
Las podéis hacer enteras si queréis...
Verteremos las gírgolas sobre una plancha muy caliente.
Previamente habremos hecho una picada de ajo y perejil. La podéis hacer con la batidora eléctrica. Si os sobra, la podéis conservar en un tarro de cristal en la nevera durante bastantes días.
Echaremos unas cucharadas de picada sobre las setas.
¡Ummm, qué olor!
Cuando estén doradas por una parte, les daremos la vuelta.
Las serviremos inmediatamente, muy calientes.
Finalmente, echaremos un poco de sal en escamas por encima. Aparte de salarlas, conseguiremos un agradable contraste entre la textura viscosa de la seta y el crujiente de las escamas.
Lss podéis acompañar con un poco de pan con tomate y un gran vino, claro está, como lo que seguidamente nos recomiendan los expertos.
¡Buen provecho!