Sí, sí, cómo lo oís. Es un plato tradicional. Probablemente muchos de vosotros ya conocéis esta receta, pero muchos otros, como yo, no. No tiene ningún secreto, ya veréis. Es cuestión de hacer un par de huevos fritos, bien hechos, y una vez fritos y salados rociarlos con un buen chorro de miel. A mí personalmente, me ha encantado. Creo que es una acertadísima combinación.
2 huevos
Aceite para freír
Sal
Miel
Pan para mojar
He utilizado huevos frescos y miel normalilla.
En una sartén, tirad un buen chorro de aceite, y cuando esté bien caliente tirad los dos huevos.
No pongáis sal todavía. Dejad cuajar la clara, que empiece a tostarse un poco por los lados.
Ahora, con la ayuda de una cuchara, tirad un poco de aceite candente por encima de la yema, hasta que cambie de color, no más.
Ya los podemos emplatar, procurando no se rompan. Los salamos un poco, al gusto.
Finalmente, tirad un buen chorro de miel por encima de todo el plato.
Ya lo podéis servir en la mesa, acompañado de pan para mojar, claro.
Todo lo que se ve no es aceite, es miel que con el calor se licuará un poco.
Ahora, a mojar pan y a disfrutar amigos míos.
¡Buen Provecho!