¡Hola gourmeters!
Hoy os traemos una receta que está de moda: el humus de remolacha.
En general, el hummus, es un puré de garbanzos chafados con un tenedor o en un mortero con una pasta de harina de sésamo denominado tahina, con aceite de oliva, ajo, y zumo de limón, que suele presentarse adornada con pimentón (paprika).
El hummus es una comida típica de toda la zona que va desde Grecia hasta Arabia, incluyendo Chipre, Turquía, Armenia, el Líbano, Siria, Israel la popularidad de la cual se extiende por todo el mundo. Es uno de los platos vegetarianos más nutritivos. En árabe, hummus significa simplemente 'garbanzo'. En el Magreb hay preparaciones que reciben el mismo nombre, sin la tahina, simplemente con aceite de sésamo (harira).
La receta de hoy incorpora la remolacha. La remolacha o beta-rábano (Beta vulgaris var. conditiva o var. vulgaris) es una planta con flor de la familia Amaranthaceae de color rojo oscuro. Tiene un alto contenido de vitamina C y ácido fólico, y es rica en fibra.
¡Vamos!
250g de garbanzos cocidos
125g de remolacha cocida
1 cucharadas de tahini (pasta de sésamo tostado)
1 cucharada de comino
1 diente de ajo
el zumo de medio limón
un chorro de aceite de oliva virgen extra
una pizca de pimentón (dulce o picante)
semillas de sésamo (para decorar)
caldo de cocer los garbanzos o agua
sal en escamas
Variantes:
- Se puede hacer sin ajo y sin comino
- Podéis poner el doble de cantidad de remolacha, para hacerlo más rojo e intenso de sabor a remolacha
Los garbanzos los podéis comprar ya cocidos o cocerlos en casa. Si lo hacéis, reservad un poco de caldo.
La remolacha igual, la podéis comprar ya cocida o cocerla en casa.
Poned los garbanzos y la remolacha en un bol para triturar, junto con un diente de ajo pelado y retirad el germen de interior.
Ahora tenéis que exprimir el zumo de medio limón, vigilando que no caigan semillas.
Si ponéis una mano debajo y filtráis con los dedos lo conseguiréis fácilmente.
Añadid la sal.
Y el comino, si os gusta.
Y como no, la pasta tahini, del todo imprescindible.
Para acabar, añadid un poco de caldo de cocer los garbanzos o agua para facilitar el proceso de triturado.
Y por último, y ya es un tema personal, a mí me gusta añadir a la mezcla un poco de menta. Le da un punto refrescante muy chulo.
Lo trituráis bien fino.
Y directamente, lo podéis servir o guardar en la nevera. Lo poneís en un plato y le dáis unas vueltas con una cuchara, que quede bonito. Después, tiráis un buen chorro de aceite de oliva virgen extra por encima y unos garbancitos cocidos para decorar.
Si os gusta, podéis decorar con unas semillas de sésamo.
Tirad una pizca de pimentón por encima.
Y para acabar el plato, un poco de sal en escamas.
¡Y a disfrutar de esta maravilla! ¡A mojar palitos de pan! ¡Buen provecho!