Para hacer la lasaña será necesario preparar la salsa boloñesa y la salsa bechamel. Os recomiendo preparar la salsa boloñesa un día antes, ya que se necesita tiempo. Dejar la carne descansar le irá muy bien y amalgamará todos los sabores. La salsa estará más rica. Además, la necesitáis fría para poder montar las placas de lasaña. Es también una manera de repartir el trabajo.
Una vez tenéis hecha la salsa boloñesa, montar la lasaña es fácil y solo tendréis que dedicar tiempo a la bechamel. Esta receta es el resultado de las tres elaboraciones. ¡Espero que os guste!
500 g de salsa boloñesa
300 g de salsa bechamel
1 caja de placas de lasaña
queso para gratinar
mantequilla
Variantes:
Se puede añadir tomate frito en la bechamel
Podéis utilizar diferentes tipos de queso para gratinar o una mezcla de todos
Como os explico en la introducción, previamente tenéis que preparar la salsa boloñesa. Mejor si lo hacéis el día antes y la dejáis reposar.
Pensad que esta salsa boloñesa necesita unos 90-100 minutos.
Para hacer la lasaña, hoy en día se pueden utilizar placas de pasta que no necesiten cocción previa, como se hacía antiguamente. Pero eso va a gustos. Por lo tanto, podéis comprar las placas de toda la vida y cocerlas con agua hirviendo (como para hacer canelones tradicionales) o utilizar estas placas sin cocción. Es cierto que estas últimas quedan ligeramente "al dente". Si os gusta la pasta bien cocida, os recomiendo las placas para cocer en agua.
Igualmente, será necesario sumergir estas placas en agua caliente durante un tiempo (lo que indique el fabricante).
A partir de aquí, ya podemos empezar a montar la lasaña con una primera capa de pasta.
Seguidamente, repartid una capa generosa de salsa boloñesa por encima.
Repetid el mismo proceso.
Y así hasta conseguir tres capas. Podéis poner menos relleno y más pisos de pasta, como os guste. En la última capa ya no le tenéis que poner carne.
Es el momento de preparar una buena bechamel. Como os indico al principio, os dejo el link en la receta detallada en los ingredientes.
Paciencia y buena letra.
Hasta que tenga una textura líquida pero al mismo tiempo cuajada.
La repartís por encima de la lasaña. A mí me gusta poner un poco de queso por debajo de la bechamel.
Y después poner más por encima, claro está.
Con este tipo de elaboraciones, os recomiendo hacer cantidades mayores y aprovechar para congelar.
También podéis hacer lo mismo con unos macarrones, y cubrirlos con bechamel.
¡Así ya tenéis algunas comidas arregladas!
Finalmente, antes de gratinar la lasaña al horno, poned unos dados de mantequilla por encima. ¡Por si faltaba grasa! Pero ciertamente, aporta un sabor y aroma imprescindibles en una pasta gratinada. Os lo recomiendo, con moderación.
¡Y por fin, ya está hecha!
Servidla bien caliente, sobre todo.
Estas son de aquellas fotos que no puedes mirar cuando tienes mucha hambre. No se pasa bien, ¿verdad?
El secreto de una buena lasaña es el relleno, la salsa boloñesa, y como no, una buena bechamel. El resto, bien fácil.
¡Buen provecho!