Esta era una receta bastante tradicional en nuestra casa. Un plato muy y muy fácil de elaborar. De aquellos de la cocina diaria... que no hay que ser ningún super-chef para hacerlos, vaya... y con los que disfrutamos y mucho. Dejémonos de tonterías... que muchas veces nos apetece mucho un plato así, ¿a que si? El sofrito lo podéis variar a vuestro gusto. Yo os propongo un sofrito bastante normalito donde incorporaré unos dados de chorizo, jamón y salchichas de cerdo. Como hago yo mismo, podéis aprovechar la ocasión para hacer una buena cantidad y congelar una parte.
500 g de macarrones
50 g de jamón serrano (o ibérico) a dados
50 g chorizo a dados
4 salchichas del país (o carne picada)
1 cebolla grande picada
1 cucharada de pimentón
1 pimiento verde picado
6 tomates maduros (o un bote de tomate triturado)
1/2 calabacín
3 hojas de laurel
aceite
sal
Para la bechamel
50 g mantequilla
1 litro de leche
nuez moscada
1 cucharada grande de harina
sal
Para gratinar
mezcla de 4 quesos
mantequilla
De entrada, poned agua a calentar... con una pizca de sal... el laurel y un chorrito de aceite. Cuando hierva, tirad los macarrones. Mientras, prepararemos el sofrito.
Picamos la cebolla.
El chorizo y el jamón... los hacemos a dados pequeños.
Las salchichas, también, las cortamos a dados pequeños. Podéis utilizar un poco de carne picada también.
Ponemos a sofreír la cebolla y el pimiento.
Cuando estén dorados... incorporamos la salchicha y dejamos que cambie de color.
Seguidamente, incorporaremos el chorizo y el jamón.
A mí me gusta incorporar una cucharada de pimentón dulce, de sabor intenso.
La ponemos y lo removemos todo junto. Dejad que todo coja un buen color tostadito.
Ahora incorporamos el tomate.
Lo removemos de nuevo, tiramos una pizca de azúcar si queremos, para inhibir la acidez del tomate... un poco de sal... y esperamos que arranque la ebullición... que se evapore el agua del tomate y caramelice todo un poco. Unos 10 minutitos a fuego medio, aprox.
Los macarrones ya están cocidos. Los escurrimos... y los incorporamos al sofrito.
Ahora si, lo removemos todo junto un rato.
Lo podemos cocer unos 10 minutitos sin dejar de remover. A mí me gusta que la pasta adquiera el sabor del sofrito... y que se tueste ligeramente. No queda igual si mezclamos la pasta con el sofrito en frío, por ejemplo. Pero vigilad, que se os puede enganchar de la base y quemarse... no os paséis ahora.
Muy bien, ya tenemos los macarrones hechos. Paramos el fuego y vamos a preparar la bechamel.
... pondremos la harina... que la mezclaremos bien con la mantequilla... con la misma cuchara. Eso se dice hacer un "roux". Podéis hacer el "roux" más claro o más oscuro.
Ahora ya podemos coger una varilla para remover.
Iremos incorporando chorritos de leche... poco a poco...
... que iremos ligando con el "roux". No tiráis demasiada leche u os quedarán grumos.
Poco a poco... os admitirá más leche.
Notaréis cómo la textura es bastante cremosa... y se va diluyendo a medida que incorporamos leche.
Cuando ya esté lo bastante líquida... podréis añadir toda la leche restante.
Una pizca de sal... y lo dejaremos cocer durante unos 25 minutos... pero se tendrá que ir moviendo.
Lo aromatizamos con nuez moscada.
Rayamos un poco.
Como media cucharadita de café, más o menos. No os pasáis con la nuez moscada porque es muy aromática y os puede condicionar mucho el plato.
Mientras se hace la bechamel... podéis ir distribuyendo los macarrones en bandejas para el horno... y para congelar.
Perfecto, los tenemos a punto.
Recordad que la bechamel se tiene que vigilar bastante y remover de las esquinas... porque se engancha con facilidad.
Probadla de sal... y finalmente, lo vertemos sobre los macarrones.
Ayudaos de una cuchara para distribuir bien la bechamel.
Pues venga, preparamos el horno a 190 grados en modo gratinar. Ponemos un poco de queso por encima.
Unos dados de mantequilla.
Y ya lo podemos gratinar durante unos 15 minutos. El resto de bandejas las podemos congelar e ir sacando durante las siguientes semanas. Solo los tendréis que gratinar.
Y aquí los tenemos gratinados.
Servidlos bien calentitos.
Ummm...
La verdad es que quedan muy suaves de sabor y con un aspecto formidable.
Acompañadlos de un buen vino tinto.
¡Buen Provecho!