Pocos platos mejores y con menos elaboración encontraremos en nuestro recetario tradicional. Además de bueno, es un plato muy identitario, muy de nuestra casa... Pero tiene una pequeña pega: los gusanos. Yo me podría calificar de obsesionado por los gusanos. Me dan mucho asco, mira. Dudo de que alguno de mis invitados encuentre gusanos en un plato de setas preparado por mí.
Dedico mucho rato a revisar las setas, una por una, trocito a trocito. Por este motivo, este es otro plato de aquellos que casi nunca me pido en un restaurante, donde ya sabemos que no están para este tipo de miramientos. El resto, pues ya sabéis: una picadita de ajo y perejil y poca cosa más. Bueno, sí, un poco de vino.
500 g de níscalos frescos
3 o 4 dientes de ajo
Perejil fresco
Aceite de oliva
Sal
Variantes:
- También se pueden hacer a la brasa.
- Se pueden hacer al horno.
- Podéis hacerlos sin ajo y perejil, solo aceite y sal.
Como podéis comprobar, he encontrado unos níscalos de excelente calidad.
De carne dura.
Y claro, estas setas piden mucha paciencia con la limpieza. Yo utilizo papel de cocina húmedo...
... y poco a poco... los limpiáis bien.
Ya tenemos una buena bandeja de setas frescas, buenas y limpias. ¿A que tiene buena pinta?
Y qué aroma que sueltan.
Como podéis comprobar, son unas setas muy sanas.
Pues venga, poned la plancha a calentar y, mientras, picáis el ajo...
... con un poco de perejil.
Bien pequeño.
Tirad un pequeño chorro de aceite a la plancha y ponedlos un rato a fuego vivo.
Podéis echar una buena pizca de ajo y perejil picado, reservando un poco en crudo.
Dadles la vuelta...
... hasta que cojan buen color.
Ya los tenemos perfectamente salteados.
Para acabar, saladlos un poco... y echad un poco de ajo y perejil en crudo por encima.
Y ya los podemos emplatar, bien calientes.
Son irresistibles.
Acompañadlos de un buen vino tinto.
¡Buen provecho!