De nuevo, una receta de pastelería. Paciencia que es un poco larga. Ahora veremos como hacer un pastel de nata a partir de un bizcocho de color rosa oscuro. El relleno, será una mezcla de mermelada de fresa y nata, que nos dará una tonalidad rosa más clara que el bizcocho. Lo cubriremos de nata y con eso obtendremos tres capas visualmente muy diferenciadas. El pastel, lo decoraremos con rosas de nata, bolas de chocolate y unos corazones de azúcar. Como colofón, escribiremos el pastel con cobertura de chocolate y le pondremos unos arcos de cobertura negra que aportarán volumen extra.
1 bizcocho
azúcar baño (80% almíbar + 20% brandy)
500 ml de nata para montar
80-100 g de azúcar
colorante alimentario rojo
fideos de chocolate
cobertura de chocolate negro
figuras decorativas de azúcar (corazones, bolas, etc...)
Como ya os he explicado muchas veces cómo hacer el bizcocho o tortada, hoy, permitidme que os recomiende la lectura previa de la receta Tortada (bizcocho con emulsionante), o también la receta del clásico Bizcocho tradicional. La primera, usada en pastelerías, y la segunda más casera. No és que esté una mejor que la otra. Sencillamente son elaboraciones diferentes.
Cuando estáis montando la tortada o los huevos para el bizcocho, añadiremos un poco de colorante rojo. Podéis utilizar el típico tubo que venden en todos los supermercados...
o un colorante rojo alimentario específico de pastelería. El resultado será el mismo.
Si utilizáis el colorante en polvo, poned poco. No os paséis.
Pensad que el color del bizcocho una vez cocido subirá bastante de tono.
Ahora escudillamos el molde. Podéis utilizar moldes de silicona o el clásico metálico, eso sí, untado con mantequilla y harina para evitar que se enganche.
Lo dejaremos cocer entre 30-35 minutos a unos 190-200 grados con ventilación. Comprobad que esté bien cocido por dentro con una varilla de hierro. Si sale limpia, está cocido.
Antes de que se enfríe, y si queréis, podéis colocar una base más o menos plana encima.
Seguidamente le daremos la vuelta.
Y lo dejaremos en esta posición hasta que esté bien frío.
De esta manera aseguraremos que la superficie del bizcocho quede plana. En otras ocasiones este paso no nos interesará.
Una vez frío, desmoldamos con cuidado el bizcocho.
Está perfecto. De hecho, a mí me gusta dejarlo reposar 24 horas en la nevera, dentro de una bolsa de plástico. De esta manera la textura queda más firme y es más fácil de manipular. En cualquier caso, se puede cocer y acabar el pastel el mismo día, como he hecho hoy.
Importante, tiene que estar completamente frío.
Lo primero que haremos, como siempre, es recortar la parte exterior del bizcocho.
La capa superior primero...
y, poco a poco, la capa lateral. La parte inferior no hace falta tocarla. Por último, cortad el bizcocho por la mitad horizontal y reservadlo.
Ahora prepararemos lo que se llama "azúcar baño" o mezcla de almíbar con brandy. Yo hago 80% almíbar + 20% brandy. Es poca cantidad para los niños y aportará un gran aroma. Si no queréis añadir licor, pintadlo sólo con almíbar o con leche.
Mezclamos bien el azúcar baño.
Colocaremos la capa inferior del bizcocho sobre una base resistente: una tapa plana o la base de un molde metálico. De esta manera lo podremos manipular sin problemas. Pintamos con azúcar baño.
A continuación, en un cazo, mezclaremos mermelada de fresa y nata montada.
En paralelo, montamos la nata.
Pesamos el azúcar. Podéis poner más o menos, como os guste.
Y cuando la nata esté casi montada, añadiremos el azúcar.
Ya la tenemos.
Mezclamos una parte de la nata con la mermelada.
¿Qué colores, eh?
Esta mezcla será el relleno del pastel.
Repartidlo bien sin llegar del todo a los extremos.
A continuación, colocaremos encima la capa superior del pastel.
Y la pintamos con azúcar baño también.
Poco a poco y paciencia. Pero cuidado que si hace calor la nata se os puede bajar.
Vais haciendo a vuestro ritmo.
Llenad también los laterales. ¿Que cómo lo hago? con la mano izquierda plana sujeto el pastel gracias a la base que hemos puesto debajo y con la derecha, haciendo uso de la paletina, aplico la nata. Como necesito las dos manos no he podido hacer fotos, pero en alguna receta os lo mostraré. Eso sí, no hagáis inventos si no lo tenéis claro, ¿eh? ¡No sea que os caiga al suelo el pastel!
Decoraremos los laterales con unos fideos de chocolate, pero también lo podéis hacer con almendra crocante.
Aplicad la cantidad deseada.
A continuación, llenaremos una manga pastelera con un cornete estrellado.
Y haremos unas rosas de nata sobre el pastel.
Para acabar, pondremos unos corazones de azúcar rojos y...
unas bolas de chocolate. O lo que encontréis en el super. Tonterías de estas que gustan a los niños. Eso sí, tampoco hace falta llegéis hasta el punto de hacer un pastel "hortera", ¿eh?
¿Qué nos queda? Congelarlo. Hacedme caso. Es la mejor manera de reservar un pastel de nata. Sólo lo tendréis que sacar del congelador una hora antes de servirlo y dejarlo en la nevera.
Una vez congelado, y con la ayuda de la paletina...
os será muy fácil retirar la base que hemos utilizado. El pastel, congelado, se podrá manipular sin problemas.
Colocadlo sobre un cartón con blonda y a la nevera.
Acabaremos de preparar una decoración extra hecha con cobertura de chocolate.
Partidlo en trozos.
Ponedlo al baño María.
Hoy os enseñaré un pequeño truco, si es que se le puede llamar truco. Recortad la mitad de una hoja dinA4.
Sobre un aro...
colocad una pequeña pelota, globo u objeto redondo.
La forma de la pelota nos garantizará unos arcos de chocolate muy interesantes.
Hasta que esté completamente deshecha. Ahora dejadla atemperar fuera del baño María. Para ir bien, la cobertura tiene que estar a la misma temperatura que el cuerpo humano. La manera que tienen los pasteleros de comprobarlo es provocando el contacto de la cobertura con el labio inferior, que es una parte del cuerpo humano muy sensible a la temperatura. Si la notáis más bien fría, significará que está al punto. Si la notáis caliente tendréis que esperar. La diferencia de tratarla fría o caliente será la calidad visual que tendrá. Si está fría brillará y será atractiva a la vista. Si está caliente, quedará mate y con vetas blancas, muy fea.
Con la cobertura atemperada, pondremos una buena cantidad sobre la hoja que hemos recortado.
Procurad no llegar a los extremos.
Seguidamente haced movimientos con la hoja para repartir correctamente la cobertura y evitar marcas y burbujas.
Dejadla enfriar. Poned la hoja dentro de la nevera durante un rato.
Controlad el punto de cuajado de la cobertura con el dedo. Cuándo esté dura pero elástica la quitaremos y haremos unos cortes con un cuchillo. Podéis hacer las formas que queráis.
A continuación, colocad la hoja sobre la pelota.
Con un poco de celo, aseguraos que no se mueva el papel.
Perfecto. A la nevera hasta que cuaje totalmente.
Si no queréis utilizar los inventos de la pelota, podéis hacer arcos más pequeños enroscando la propia hoja sobre sí misma y asegurándola también con celo.
Una vez cuajada la cobertura podréis retirar el papel.
Manipulad con las manos el mínimo tiempo posible el chocolate. Ya sabéis que el propio calor de nuestro cuerpo puede fundir el chocolate.
Con unas tijeras cortaremos la punta, bien fina.
Y ale, a escribir.
Aquí no os quiero engañar. Eso de escribir con chocolate es más complicado de lo que parece y necesitaréis una pizca de práctica. Por eso, os recomiendo que antes de escribir directamente en el pastel, hagáis pruebas sobre papel. En este ejemplo, he escrito felicidades en un papel y he unido todas las letras con una tira que haga de base. Además, he procurado acabarlo con tres pinchos. ¿Y por qué? efectivamente, para poder clavarlo en el pastel, lo veréis más abajo.
Pues eso, divertíos un rato haciendo dibujos con chocolate.
Poco a poco iréis controlando más el cornete.
Y si os sobra chocolate en el cornete, es probable que por casa haya algún niño deseoso de abrir la boca y sacar la lengua, como ha hecho mi hijo Nil. Un apasionado por el chocolate, como todos los niños, vaya.
Cuando lo tengáis claro, ya podréis escribir directamente sobre el pastel.
Y finalmente, decorarlo con los arcos de chocolate que nos hemos currado.
Tsch... ¿queda bonito o no?
Le da mucho volumen y a los niños eso les encanta.
Pues poco más que reservar el pastel en la nevera hasta el momento de servirlo a mesa, con el cava, claro está.
¿Lo cortamos y vemos cómo ha quedado?
... vaaaa, que ya sé que sois mirones. Pues aquí se pueden ver las diferentes capas.
Si sois unos "cuida-conchas", podéis escribir el nombre de cada niño en la fiesta de cumpleaños. Como os comentaba antes, podéis escribir los nombres en un papel procurando que todas las letras queden unidas por la parte inferior y así poder clavarlo en el pastel. Si lo hacéis así, procurad que las letras tengan un grosor mínimo o se os romperá todo.
Siempre les gusta ver su nombre escrito con chocolate. ¡Se les iluminan los ojos!
¿Y qué no haríamos los padres por nuestros niños, eh?
Y poco más, una cantidad de trabajo, no os diré que no.
Pero siempre vale la pena.
¡Buen provecho!