Hablamos de una auténtica delicatessen que también tenemos que saber disfrutar: Por internet, encontraréis algunas variantes sobre cómo hacer las sardinas a la brasa, pero la más aceptada popularmente es la de cocerlas en una parrilla a la brasa. La sardina se pone entera, sin quitar ni cabeza ni intestinos. De esta manera, y como no se abren, la carne queda más jugosa y una vez hechas no cuesta nada retirar cabeza e intestinos. Además, el punto de amargura de los intestinos las hace todavía mejor. En Galicia las dejan un par de horas con sal gorda. Yo las he dejado 30-40 minutos y la verdad quedan muy bien con esta sal, ya que se acaba deshaciendo y penetrando dentro de la carne. Como veréis, he utilizado una parrilla doble, lo que me permitirá dar la vuelta al pescado con facilidad. Orientativamente, os diré que no hay que cocerlas más de 5-6 minutos por cada lado, aunque dependerá de la medida de la sardina y de la distancia entre la parrilla y la brasa. Una vez hechas, las podéis aliñar con una picada de ajo y perejil, aunque a mí me gustan con un sencillo chorro de aceite de oliva. Lo que es previsible es que os tendréis que ensuciar los dedos y os pasaréis toda la tarde lavándoos las manos. Pero vale la pena, ¿a qué sí? Una barbacoa de verano con sardinas a la brasa es media vida, chicos, ¡media vida!... El día no acompañó mucho, por eso el color de las fotos. ¡Que aproveche!
1 kg de sardinas frescas enteras
aceite de oliva
sal
Variantes:
Se puede poner una picada de ajo y perejil por encima cuando se sacan del fuego.
También se puede poner pimienta.
Se puede hacer con otros pescados en vez de sardinas: caballa, trucha de río...
Para empezar, olvidaos de las sardinas. Lo que primero tenéis que hacer es preparar unas buenas brasas.
La podéis hacer de leña o de carbón vegetal, como he hecho yo, pero es importante empezar a hacer la brasa con tiempo.
Necesitaremos que todo el carbón se haya quemado y queden sólo brasas, es decir, la parte blanca.
Este proceso puede tardar 30-40 minutos exactamente, pero depende de la cantidad, claro está.
Mientras tanto, lavad el pescado bajo el grifo, pero no intentéis sacar las escamas, que van muy bien para proteger la carne del fuego. Cuanto más tostaditas están más buenas, jeje. Yo he hecho un kilo de sardinas para cuatro personas y es más bien poco. Quiero decir que son raciones de unas 10-12 sardinas por persona, que está bien.
La medida también es importante. Tienen que ser grandes, pero tampoco las más grandes. Muy frescas, eso sí.
Como os comentaba, a mí me gusta tirar sal gruesa por encima y dejarlas así durante unos 30 minutos.
Ya tienen mejor pinta, ¿verdad? Jeje.
Pasado este tiempo, y sin sacar la sal, ya podéis colocarlas en la parrilla, de forma ordenada.
Tened en cuenta que las brasas cubran toda la superficie, no sea que las de la parte inferior os queden crudas.
Ahora las cerramos con la parte superior de la parrilla.
Ya lo tenemos casi a punto, un chorro de aceite de oliva por encima y ya está.
Las brasas, como podéis ver, están perfectas. No conviene que salga fuego, sólo queremos brasa.
Y las ponemos a la brasa. Controlad la altura y vigilad que no se quemen ni salga fuego.
Qué humareda, ¿eh?... y qué olorcita ¿eh?... vigilad si el vecino tiene ropa tendida. No cuesta nada avisar, jeje. Cuándo consideréis, le dais media vuelta y las hacéis por el otro lado.
No tienen que quedar quemadas. Tienen que quedar tostaditas y casi crujientes por fuera. ¡Ya las tenemos!
Con mucho cuidado, y haciendo uso de unas pinzas, pasadlas en una bandeja.
Aliñadlas con un buen chorro de aceite de oliva virgen extra. ¡Y servidlas bien calientes en la mesa, que quemen! ¡Que buenas, señor!
¡Magnífica bandeja!
Mojad un tomate bien maduro sobre una rebanada de pan de payés tostado. Un buen chorro de aceite de oliva virgen extra y la sardina.. ¡Lo que os decía, media vida!
Este plato lo podéis acompañar de cerveza bien fría, vinos jóvenes, blancos o negros (txakolí, albarinyo, penedès, etc.), cava o incluso sidra. ¡Buen provecho!