Hoy os presento un platillo de aquellos ideales para una cena de categoría, muy buena y refrescante, y muy adecuado en épocas de calor. Podéis comprar cigalas ya peladas, pero siempre queda más sabrosa si las peláis vosotros, aunque sean congeladas. Las cabezas y las pieles las podéis utilizar para hacer caldo. Unas rebanadas de pan con tomate de temporada serán el mejor acompañamiento.
Muchos pensaréis (y yo también) que no hay nada mejor que hacer las cigalas frescas a la plancha, con una picadita de ajo y perejil. Pero este manjar de Dios que nos proporciona nuestra costa es muy versátil y no debemos escatimar en probar nuevas elaboraciones. ¡Os encantará! ¡Seguro!
4 huevos
16 cigalas peladas
menta fresca
aceite de oliva
sal
Limpiad bajo el grifo las cigalas.
Ahora las tenéis que pelar. Separad la cabeza del cuerpo.
Empezáis a pelar la cigala por la parte inferior y enseguida arrancadle la cola. Veréis cómo quedan los intestinos enganchados a la cola y así no tendréis que retirarlas una vez peladas. Las cabezas y las pieles guardadlas para hacer caldo o congeladlas para otra elaboración.
Batid cuatro huevos con un poco de sal.
Cuando el aceite esté candente, echad las cigalas.
Ahora, aprovechad para picar unas hojas de menta. Tratadlas como si fuera perejil.
Cuando las cigalas estén doradas por ambos lados, echad la menta. Removedlo un par de vueltas.
Entonces, ya podéis verter el marisco dentro del huevo batido.
Dejad reponer esta mezcla 5 minutos.
Seguidamente, con la sartén caliente y unas gotas de aceite, haced la tortilla.
Repartid bien las cigalas.
Dadle la vuelta y dejad que se haga por los dos lados.
Y ya la podéis servir a la mesa, bien caliente y acompañada de unas rebanadas de pan con tomate.
¡Bien buena que está!
¡Buen provecho!