La tortilla de patatas es un plato popular, de origen muy humilde, de amplia distribución por toda la península Ibérica, islas Baleares, y en versiones que añaden otras hortalizas, en Catalunya, Italia y otros países del Mediterráneo. Actualmente también se come en las Canarias y, a menudo como producto envasado, en bastantes países europeos.
Se prepara friendo en aceite de oliva las patatas peladas y cortadas a trozos o láminas, a menudo también con cebolla cortada y generalmente con algún ajo. Aparte, se baten los huevos. Después se añaden las verduras escurridas a los huevos, se mueve y se cuece en una sartén sin remover, primero de un lado y después del otro. La proporción de patata y huevo se hace a ojo, y puede variar ligeramente según los gustos y la zona, pero suele ser de aproximadamente de un kilo de patatas, o cuatro patatas grandes, para cada media docena de huevos. Las tortillas de patatas también se pueden preparar más o menos gruesas al gusto. Hay variedades de esta tortilla que llevan ajo y otras sin cebolla.
La tortilla de patatas se encuentra en algunos bares y pequeños restaurantes como tapa, pincho o relleno de bocadillo. Se presenta normalmente en forma de una sección de tortilla gruesa encima de un platillo con un pequeño tenedor. Se puede utilizar también como canapé cortándola en dados y pinchando cada dado con un palillo. Aunque se conserva mucho tiempo sin refrigerar, la ley actual obliga a guardarla refrigerada y a utilizar huevos esterilizados en estos establecimientos, con el fin de disminuir el riesgo de salmonelosis.
Estas tortillas se pueden preparar sustituyendo parte o toda la patata por calabacín, berenjena, pimiento, samfaina u otras hortalizas. Como en todas partes, la tortilla de patata es un alimento muy básico presente en casi todos los bares y restaurantes de Catalunya, el País Valencià y las Islas Baleares. Normalmente se come con rebanadas de pan con tomate. Las tortillas de patatas eran platos que los campesinos llevaban al campo, cuando no podían pasar por casa a comer. Actualmente sigue siendo un plato típico "para llevarse" a pícnics, a casa de alguien, etc.
Hay tantas maneras de hacer la tortilla de patatas como paellas o fideos a la cazuela. Y mucha controversia también. En cada casa se personaliza a su gusto, lo que hace de esta elaboración un excelente referente de la creatividad a la cocina y la adaptación al entorno. Por lo tanto, la diferencia entre las diferentes variantes de tortilla de patatas no está tanto en sus ingredientes, si no en su elaboración. Personalmente creo que cualquier propuesta que nos sugerís será perfectamente válida y aceptada. Para gustos los colores, que dicen. Por otra parte, ya cansa un poco el debate de sí cebolla "sí" o cebolla "no": que cada uno la haga como más le guste. Hoy nosotros echamos cebolla. ¡Sea como sea, disfrutad de esta maravilla de la cocina tradicional con una buena rebanada de pan con tomate! En esta explicación, además, os daremos algunos consejos prácticos para garantizar un resultado correcto. ¡Venga!
4 patatas medias
5 huevos
1 cebolla media picada (opcional)
aceite de oliva
sal
Variantes:
Podéis añadir todo tipo de verduras (calabacín, pimiento, berenjena, etc)
También se pueden añadir otros ingredientes como bacon, setas, bacalao, etc
Hemos utilizado patata Monalisa nueva, aparte de su versatilidad, por qué absorben poco aceite durante la cocción. Pero podéis utilizar otras patatas, preferiblemente nuevas o semi-nuevas (Kennebec, Red Pontiac, Spunta, Se Agriaba, etc). También es muy recomendable utilizar huevos ecológicos de buena calidad.
Pelad las patatas.
El corte también es importante. Un corte como el que os mostramos en las imágenes es ideal para una correcta cocción. Si las hacéis a dados o más gruesas, os encontraréis con algunas patatas demasiado cocidas y otras más crudas.
Poned abundante aceite a calentar. Tenéis que garantizar que el aceite cubra las patatas. Inicialmente no tiene que estar demasiado fuerte el aceite, justo que empiece a cocer.
Salad ligeramente las patatas mientras se hacen. La cocción tiene que ser normal, ni demasiado fuerte ni demasiado baja. Es importante no taparlas para evitar que el vapor se incorpore al aceite y hagamos una cocción incorrecta. La patata se tiene que sofreír lentamente.
En paralelo, y si os gusta, haced la cebolla picada con un chorro de aceite y un poco de sal. Es preferible no cocer la cebolla con la patata.
Por cierto, nosotros recomendamos aceite de oliva para hacer las patatas (no hace falta que sea virgen extra), pero también encontraréis defensores de aceites más suaves de gusto, como el de girasol.
Una vez la cebolla esté bien cocida, reservadla.
La patata necesitará unos 20 minutos aproximadamente de cocción. Con la punta de un cuchillo pinchadlas para saber si están cocidas. El objetivo es que queden blandas pero sin tostarse.
Cuando estén en el punto que os guste, coladlas.
Dejadlas reposar en el colador durante 5 minutos para escurrir el exceso de aceite y para enfriarlas un poco.
Ahora, romped los huevos dentro de un bol.
Para hacer tortilla de patatas los huevos no se tienen que mover mucho, no como una tortilla francesa.
Unas pocas vueltas y que, sencillamente, queden removidos, que al levantar el tenedor se formen hilos de clara con una cierta mucosidad. ¿Se entiende, verdad?
Incorporad la cebolla cocida que hemos reservado, con el huevo.
Seguidamente, añadid la patata.
Pasados estos minutos, echad sal.
Echad un chorro de aceite de oliva en una sartén anti-adherente. Yo os recomiendo utilizar una sartén más pequeña que la que habéis utilizado para freír las patatas. De esta manera le podréis dar más volumen a la tortilla y asegurar todavía más el punto de cocción interior.
Cuando el aceite esté caliente (no antes o se puede enganchar), verted la mezcla de huevo, patata y cebolla.
El fuego intenso, pero no demasiado fuerte. Utilizad una lengua para moldear las esquinas y asegurar que no se enganche. Un golpe de muñeca con la sartén para removerlo también será útil. En este caso concreto la he tenido unos 3 minutos aproximadamente antes de darle la vuelta. Pero es muy relativo, ¿lo veis verdad?
Dadle la vuelta a la tortilla con firmeza y sin miedo. Dejadla cocer al menos 3 minutos más por el otro lado. Palpad con los dedos la consistencia de la tortilla. Con experiencia aprenderéis a encontrar vuestro punto óptimo. De hecho, podéis darle las vueltas que consideréis oportunas a la tortilla.
Cuando esté a vuestro gusto, pasadla a un plato limpio. Ya sabéis que se puede comer caliente o fría.
Y ahora lo tenemos que ver por dentro, no?... ¡tanta explicación tanta explicación, pero ahora toca lo mejor!
Pues aquí lo tenéis, una tortilla realmente jugosa, que no cruda.
¡Y ahora toca disfrutar del momento, con un buen pan con tomate!
Espero que no tengáis hambre al mirar estas fotos... ¡Buen provecho!