Por el cielo de Barcelona siempre ha flotado un punto de nostalgia y cierta melancolía, y no es exclusivo de la ciudad: lo hace el paso del tiempo y los relevos generacionales. Nada es eterno, pero la memoria se puede volver inmortal y mirar atrás nos permite anexionar la historia y el pasado a los recuerdos que fabricamos en el presente. A la gastronomía, y al tejido de la restauración barcelonesa, también pasa: establecimientos históricos que cierran y nuevos que abren. Banquet, sin embargo, es un interesante compendio de esta realidad, ya que a pesar de ser nuevo, rescata una esencia para presentarla como nueva.
Sergi de Meià es un viejo conocido de la ciudad, a pesar de no haber nacido en ella. Sergi es de Vilanova de Meià, La Noguera, y fruto del orgullo del cocinero por su tierra, que representa en sus platos con ingredientes y alguna receta, adopta el Meià como apellido artístico. Ya puestos, podríamos reclamar Sergi de Meià y Barcelona como nombre cumpleto, porque algo de él, es nuestro: durante más de 5 años, Sergi ofreció buenos manjares en el restaurante con su propio nombre y después de un fugaz retorno, reaparece en la actualidad con su nuevo proyecto, Banquet Barcelona.
El restaurante enorgullece a Sergi por varios motivos: el principal, contar con la confianza de la familia Riera, propietarios del inmueble donde descansa el establecimiento, para crear el restaurante que Barcelona se merece. Y en segundo lugar porque antes que el Banquet, el Segarra, el restaurante que habitó el local durante 20 años, había ofrecido muchos buenos momentos gastronómicos. Banquet, de alguna manera, recoge y eleva esta esencia: cocina catalana tradicional en un formato de cocina ininterrumpida que tanto ofrece desayunos de tenedor, como comidas, meriendas o cenas. En palabras de Sergi, es un restaurante de gastronomía popular para gente de Barcelona donde todo el mundo es bienvenido. Y leyendo entre líneas, este "todo el mundo" se refiere a los visitantes y turistas. Un buen giro, porque la ubicación, en la calle Pintor Fortuny, es reclamo por sí misma para estos visitantes y, desde ahora mismo, podrán disfrutar de todo lo que la gastronomía catalana de ayer y hoy les puede ofrecer.
¿Y qué es esta gastronomía popular? Para Sergi, es aquella sin florituras, con su hervor y su elaboración, que exige tiempo y profesión. Y precisamente, hace más de 80 años, esta gastronomía para todo el mundo estaba ejemplarizada en los banquetes populares: restaurantes de gran formato al aire libre, con sus camareros uniformados, donde amistades y familias se reunían con ropa de domingo para celebrar y disfrutar, todo a un precio asequible. Todos los bolsillos son bienvenidos al Banquet de Sergi de Meià, y todos los paladares, por descontado, y tendrán la oportunidad única de probar de nuevo (o por primera vez) platos que solo se cocinan aquí y tienen una membrana histórica.
Banquet ofrece gastronomía popular sin florituras, con su hervor y su elaboración, que exige tiempo y profesión
Tres platos son el ejemplo de esta recuperación, y Sergi lo explica con los ojos brillantes de emoción: el conejo a la ampurdanesa, el faisán a la uva y el arroz a la milanesa. Conejos bien guisados, hay muchos, pero esta receta es especial porque la del Banquet homenajea aquella que Ramon Cabau servía en el mítico L'Agut d'Avinyó (y Paquita Agut cocinaba), muy sabrosa y melosa. El arroz a la milanesa, a pesar de ser una receta italiana, fue incorporada por muchos chefs a las cartas de numerosos restaurantes a mediados del s.XX, pasando a ser un icono de la comida popular en la ciudad. El arroz que se puede probar en Banquet sigue la receta que el chef y divulgador Josep Rondissoni recogió, la que lleva salchicha, azafrán y guisantes, o por defecto, verdura verde cuando no es temporada de guisantes. Y el faisán a la uva, plato toscano de origen al s.XIV (aunque lo hacían con perdices) y de adopción francés, forma parte del ADN de Barcelona por la misma razón que el arroz italiano: su popularización a través de la restauración.
Banquet Barcelona es una joya a tener en cuenta si se quiere tener una buena experiencia gastronómica, pues más allá de esta nostalgia que nos permite degustar platos antiguos como si fueran nuevos, ofrece en la zona un refugio de buena cocina y servicio exitoso, con una buena representación de vinos catalanes, con especial mención de los de alta montaña, el (primer) hogar de Sergi de Meià.