Que el Bar Torpedo ya es toda una institución de Barcelona no es ningún secreto. Quizás porque tiene unos horarios que se ensanchan hasta bien entrada la noche (hasta las 1:30 h normalmente y del jueves al sábado, hasta las 3 h). Quizás por sus bocadillos y hamburguesas. Quizás por la cocina continua. Quizás por una de las mejores selecciones de vinos de toda la ciudad. Quizás porque, aquí dentro, hay un sentido y una coherencia. O quizás, más bien, por todo.

Sus croquetas de gambas son una cosa suprema y, a quién le gustan las hamburguesas, siempre exaltan las cualidades de la patty melt y de la burger normal (y si quieres un extra de potencia, siempre puedes escoger la azul, con queso azul). Aquí no encontraréis un bocadillo de jamón ibérico, pero sí una de albóndigas, un sandwich de pastrami de lengua o uno de ensaladilla rusa y otro que es su versión del clásico pepito.

Burger / Foto: Bar Torpedo

Único en su especie, Juan Luis Pérez, Rafa Peña (restaurante Gresca) y Biel Gavaldà pensaron, un feliz día de un diciembre de hace 5 años, de abrir el bar donde les gustaría ir. "No teníamos expectativas. Hicimos una cosa para nosotros, lo que nos apeteció. Y nos dijeron: eso que habéis montado, no existe en ninguna otra ciudad del mundo", explica Pérez. Más tarde, René Redzepi abrió su hamburguesería con vinos naturales, pero el Torpedo lo hizo antes.

En el Torpedo no se le ven las costuras, pero eso no quiere decir que sea un bar donde no hay un pensamiento (o muchos) que lo vertebran. "Estos criterios salen de muchos viajes que hicimos con Rafa a la Borgoña, como ahora que no haya cubiertos (ahora los bocadillos vienen cortados) o sumiller. Los dos somos unos apasionados de los vinos, pero sabemos que, muchas veces, la gente no bebe vino porque se lo ha complicado demasiado o no está bien de precio. Por eso, nuestra carta de vinos es autoexplicativa, porque queremos que la gente pueda beber vino, y se arregla en dos partes por orden de dificultad: cualquier pregunta de la primera parte de la carta lo pueden responder nuestras camareras y, si alguien tiene dudas de la segunda parte de la carta, es porque quizás no tiene que escoger aquel vino, porque se le hará demasiado caro, enrevesado o extraño".

Patatas bravas / Foto: Bar Torpedo

Por este mismo motivo y por los horarios anchos, se pensó que sería un bar de hostaleros para gente que trabaja en la hostelería, pero hoy, quien visita el Torpedo, es un público bien variado: familias con niños los mediodías de fin de semana, citas de Tinder, grupos de amigas que se entablan para beber vino, estudiantes de hostelería, periodistas gastronómicos, amantes del vino y, sí, cocineros, sumilleres y personal de sala que terminan y quieren cenar y relajarse. "Y también, claro está, vienen algunos turistas, pero somos un local de barrio y es por eso que, durante la pandemia, subsistimos", dice Pérez.

Amigos desde hace años y años, Pérez (que es informático y lleva la administración del bar) y Peña quedaban cuando el cocinero acababa el turno de la noche por ir a tomar alguna cosa. "Solo encontrábamos shawarmes o bares nocturnos, pero no había aquello que nos gusta comer con el vino que queremos tomar, donde no te tuvieras que sentar a la mesa y no dejarte una pasta. Y así pensamos que haríamos una cosa sencilla, nocturna y que nos guste", explica Pérez.

El espacio interior / Foto: Bar Torpedo

La propuesta, fácilmente comprensible para todo el mundo (¿quién no entiende un bocadillo?), parte de los gustos personales de los tres socios y no olvidan la calidad. "La carne de la hamburguesa es del mismo carnicero que lleva el chuletón al Gresca y el bocadillo de la berenjena es una versión de un plato mítico del restaurante, la berenjena lacada. El de albóndigas lo pedí yo porque cuando trabajé en los EE.UU. me encantaba el del Subway, y lo versionamos. No podía faltar una pizca de menores y, por eso, incluimos el de callos. Y a Biel (que es la jefe de cocina) se le ocurrió hacer una codorniz rebozada y frita, la Kentucky Fried Guatlla. Nos sentamos a crear la carta, pensando en qué queríamos realmente, y ya lo tuvimos".

Panceta Teriyaki / Foto: Bar Torpedo

Ubicado al antiguo Hola Hola, "un bar del Eixample, de toda la vida", el Bar Torpedo ocupa una esquina magnífica, vidriada y curva, con un interior que podría recordar a un dinner, pero no: "Nos lo imaginamos como si fuera una mesa de billar o un futbolín". Comparte calle con lugares icónicos de la ciudad, como las coctelerías Dry Martini y Solange y el restaurante Nairod, así como recién llegados de éxito como el restaurante Mikan. Quizás no hay tanto de talento (y tan bien avenido) por metro cuadrado en toda la ciudad como en este punto de Aribau con Còrsega.