Como decía aquel antiguo presidente, los catalanes hacemos cosas, un poco como todo el mundo, pero a nuestra manera única (también como todo el mundo). Entre todas estas cosas, está la de migrar hacia todas las latitudes y establecernos allí donde encontramos un trabajo o una vida que no encontramos en casa. Eso ha hecho Nacho Jodar, que después de terminar el grado de publicidad y marketing, y habiendo hecho una cata de un sector que no lo cautivó demasiado, se marchó a Copenhague atraído por la variada oferta de másteres.
Finalmente, Jodar no escogió ninguno y decidió tomarse un año sabático en esta ciudad que lo atraía poderosamente y donde tenía algunos conocidos. "Mi plan era hacer un año sabático y trabajar en la hostelería. Había hecho una temporada en Ibiza y aquí pasé por bares de copas y cafeterías. En la última cafetería de especialidad, empecé a desarrollar un proyecto con mi jefe, Jan Stenzl, y así nació Orsa, que esta semana ha hecho 1 año".
Orsa es una cafetería de especialidad en Vesterbo, el barrio de moda de Copenhague, una ciudad que cuenta con decenas de cafeterías para satisfacer el gusto de cafeína y de dulces de los daneses, que hacen cola para comprar rollos de cardamomo o de canela, cruasanes y cualquier otra golosinaría.
En el caso de Orsa, tienen una oferta tríptica: pan con mantequilla y queso, yogur y copos de avena repuestos. "Desde el principio, la confeccionamos de manera sencilla, minimalista y sostenible, de manera que fuera fácil de hacer, que no necesitara muchas manos para ejecutarla ni tampoco demasiados ingredientes, y que fuera fácil mantener la calidad". Además, tienen una oferta rotativa de productos de pastelería frescos, como cruasanes, pasteles y galletas, algunas hechas en casa y otros comprados en los buenos hornos de la ciudad. "En los próximos 6 meses trabajaremos para desarrollar más la carta de comida". Por descontado, eso es una cafetería y trabajan con café de especialidad de tostaderos de todo el mundo.
¿Sin embargo, por qué estamos reseñando esta cafetería? Pues porque, aparte de ser regentada por un catalán, es exactamente un hallazgo en la plaza danesa. Solo entrar ya se adivina una gran diferencia: hay un rescoldo que los otros lugares no tienen. Y no es para abusar de los tópicos ni de estereotipos, pero la cultura hostalera de la ciudad me dejó más fría que sus inviernos. Pienso que en nuestra casa, en el sur de Europa y también más allá, tenemos una conciencia de la importancia de dar de comida y de hacerlo bien. Habremos tenido épocas, claro está, pero allí arriba, estuviera en el barrio de Nansensgade o en Copenhague V, eché de menos aquel talante común que te quiere hacer sentir como en casa en esta actividad íntima (en el sentido más literal de la palabra) que es la de introducirse cosas en el cuerpo, por la boca, y captar las formas, los gustos, sabores, texturas y temperaturas.
De hecho, Jodar dice lo mismo. "Lo que nos hace diferentes es quizás una influencia mediterránea al entender el servicio, y eso hace que se cree una atmósfera en el local. Siempre digo a mis baristas que no me interesa entrar en una guerra de cuál es la cafetería con mejor café de Copenhague porque es una guerra infinita y absurda. Yo me centro en ofrecer un producto de alta calidad, al tener una gran atmósfera, con buena música, pero, sobre todo, que el trato al cliente sea excelente". El barista explica que para él es muy importante generar un ambiente donde la gente se sienta a gusto, que pueda hablar tranquilamente con el barista, y que se sienta llena de energía al salir. "El trato en la hostelería es mucho mejor en Catalunya porque, en parte, hay un factor cultural: aquí, las interacciones entre gente que no conoces son muy inferiores, y las barreras de entrada a conocer gente son mucho más altas".
Eso sí, destaca que en la ciudad (a diferencia del resto del país), el gusto por el café de especialidad hace una buena pila de años que se ha instaurado y la gente entiende los precios. De la misma manera, explica que puede abastecerse de los proveedores de mejor calidad porque la gente está dispuesta a pagar el precio que cuesta. "En Barcelona suele ser un poco más difícil porque a la gente se lo repiensa antes, y eso condiciona los negocios". Jodar disfruta del éxito de la cafetería y ya está buscando otro espacio para montar otra, también en Copenhague.