¿Cómo es de ingeniosa la idea de abrir un restaurante especializado en macarrones? No hay plato más de domingos, de confort infantil y adulto, de resaca, de cocinarse uno mismo cuando tiene ganas de algo rápido y sabroso... o más pedido en un restaurante que los sabe cocinar bien. No, no es ningún concepto estrambótico. Pasó por el artilugio de Joan Martínez, conocido por ser artífice de los recordados Inòpia y Lolita Taperia, pero pronto aterrizó y se dio cuenta de que el bar que proyectaba abrir en el Putxet acabaría siendo un restaurante. Y aunque los macarrones no faltarían, se ofrecerían más platillos llenos de sabor y tradición: una casa de comidas en toda regla.
Donde ahora encontramos el bar Aüc ya existía un restaurante de cocina tradicional muy apreciado en el barrio, el Can Massana. Con Joan Martínez pilotando, pronto se han ganado la estima de los vecinos, que ya acuden en masa para probar las novedades, más enfocadas a la cuchara y al guiso, como los callos con capipota o unos buenos canelones con farsa sabrosa. Lo acompañan Eloy Bayari, que había estado en los fogones del Coure de Albert Ventura y se había aguerrido en el restaurante familiar de Viladrau, Can Berri, y Mònica Gilede. Ambos estaban a su lado en Lolita Tapería, y en cuanto Joan les explicó sobre Aüc, enseguida se quisieron sumar. Este cocinero no cocinero que cocina comiendo (porque no cocina, pero tiene en el paladar un gran detector de platos que triunfarán) tiene un carisma especial, mezcla de ternura y actitud astuta, que engancha tan pronto como abre la puerta del Aüc con una sonrisa llena de orgullo, como un perfecto anfitrión que abre las puertas de su casa.
La idea de hacer una "macarroneria", sin embargo, no está abandonada: a la carta se encuentran unas tres opciones, como homenaje a una idea que podría haber sido, pero no era el momento. Desde los típicos macarrones que conocemos como de la yaya, pero que aquí tienen versiones inspiradas en las mujeres de la familia de Joan y su toque especial: las de la exsuegra (con salchicha y costilla), de la tía (con carne picada sazonada) o de la prima, tirante, en una carbonara. "De los macarrones siempre me ha hecho gracia que es lo que siempre se cocina de imprevisto tanto para familiares como a amigos", bromea Martínez, y que a menudo haces con las cuatro cosas que encuentras en la nevera.
También se encuentran cuatro bocadillos bien simpáticos, desde un bikini en un bocadillo de calamares al más puro estilo madrileño, sin olvidar una versión de katsu sando. Ahora bien, donde los parroquianos disfrutan, en esta casa, es con el chup-chup: a una idea inicial de cinco platos se le han sumado unos cuantos más, ya que en una carta de clásicos no puede faltar ni el fricandó de ternera ni las albóndigas con sepia. ¿Y qué decir de unos calamares a la romana, cuando el rebozado y la fritura es ligera y sabrosa, manteniendo el calamar tierno pero con textura? Algo similar a hacer una buena merluza con salsa verde o una fantástica berenjena asada con menta.
Si un alarido es un grito fuerte, largo, que pretende excitar o asustar animales o personas, lo que aquí consigue Martínez y su equipo es todo el contrario: más que asustar, enamora a los estómagos. Abierto hará justo seis meses, Aüc es una casa de comidas honesta que promete dar muchas alegrías a los comensales que se acerquen. Ahora que viene temporada de guisos más contundentes, a buen seguro que no faltará a los fuera de carta propuestas sabrosas de hervor tradicional que, bien cocinado, siempre apetece. Acompañará la luz amortiguada que se colará por los amplios ventanales. ¡No hay que decir nada más que larga vida a los proyectos nacidos para dar de (buen) comer a los barrios!