El barrio más septentrional de Barcelona es Vallbona, colina encajonada entre autopistas, el Besòs, los huertos de la Ponderosa y Can Sant Joan, ya Montcada i Reixac. Desde plaza Catalunya, con el tren te plantas en un cuarto de hora: se llega mucho más rápido que en el Poblenou, Montjuïc o Zona Universitaria. ¿Y, sin embargo, habéis ido alguna vez? Hay fronteras físicas —y tanto—, pero hay otras que son mentales. También se puede ir Besòs arriba, girando por el puente de la Ribera de Montcada y enfilando la colina por la otra banda. O por uno de los puentes más largos del área metropolitana, el de Congost, que sobrevuela más de una docena de carriles y vías de todo tipo y conecta Vallbona con Ciudad Meridiana y Torre Baró.

Cipreses Bar: un lugar que no decepciona y donde se está muy a gusto

En la cresta de la colina hay los cipreses que dan nombre al bar que levantó la familia de Manolo en 1980 —antes había la chabola del masovero que se cuidaba de aquel trozo con unas cuantas cabras. Los cipreses dan abrigaño a un puñado de mesas y sillas donde hace buen tiempo para estar la mayor parte del año: en el pico del verano hay bastante sombra y los meses fríos toca lo suficiente el sol. Estamos en la ciudad —se siente el ruido de la autopista y se ven las masas de edificios de Nou Barris y Santa Coloma— y a la vez, no estamos: estamos rodeados de verde.

Cipreses Bar / Foto: Martí Sales
Punto de vista panorámico cerca del Cipreses Bar / Foto: Martí Sales

En el Cipreses Bar el quinto va a 1,5 €, el plato combinado de carne (pincho, butifarra, chistorra, morcilla malagueña, pollo y pan con tomate) a 12 €, y si queréis cocinar con las parrillas que tiene, las puedes utilizar por 10 € (o si lo preferís, Manolo se puede encargar de haceros el costillar). Compra las patatas a la cooperativa de Santa Perpètua, la carne a Leo Boeck de Montcada y la verdura en el mercado Montserrat de Trinitat Nova. El Cipreses es un lugar ideal para culminar un paseo improvisado con un buen bocadillo o unas tapas, y también para hacer fuego y celebrar lo que sea con el grupo. Y si de repente se mete a llover, dentro hay estufa de leña, billar y mesa de ping-pong.

En la cresta de la colina, hay los cipreses que dan nombre al bar que levantó la familia de Manolo en 1980, donde el quinto va a 1,5 € y el plato combinado de carne a 12 €

Los fines de semana se llena y la juerga es bonita. Manolo y su mujer Lisa, encantadores, se ocupan de que a nadie le falte de nada. Están siempre, cada día —Manolo dice que no sabría qué hacer si no abriera—, así que si nunca necesitáis que os toque el aire y descubrir un rincón especial cerca del límite municipal de Barcelona, bajo los cipreses estaréis de maravilla.