Hay un farolillo rojo en la Vila de Gràcia que es, de hecho, mucho más que eso. Es pequeño y hace una luz pequeña, y es pequeño el bar que anuncia. Pero el tamaño aquí no quiere decir nada más allá de unos centímetros porque este farolillo es, de hecho, un faro que guía hacia un gran bar donde beber excepcionalmente bien: pasando el umbral del 14 de Rosa encontrarás la mejor coctelería de toda Barcelona según estas manos que escriben.
"Hemos querido construir un sitio elegante donde relajarse y escapar dentro de la ciudad y sus intensidades", explica Dean Shury, bartender y propietario. Perfilando este pensamiento hay una estética que se vislumbra en fondo y forma: el 14 de Rosa quiere que al atravesar el umbral demos un salto en el tiempo, ya que se inspira en los antiguos cafés de entre los años 20 y 50, tanto en el aspecto como en la tipología de servicio y el ambiente del bar.
Disponer un conjunto de alcoholes en una copa en su justa medida, a la temperatura idónea, no es nada fácil, y todavía lo es menos acertar la fórmula decenas de veces, día tras día, durante años. Está en esta consistencia que radica uno de los puntos fuertes del 14 de Rosa: vayas cuando vayas, pidas lo que pidas, su estándar de calidad es altísimo y satisfactorio. ¿Cuál es su secreto? "La sencillez", dice Shury, "que es la máxima expresión de la sofisticación. Y por eso queremos que nuestros cócteles parezcan sencillos. Le damos mucha importancia a la calidad de cada producto utilizado y también, cuando es el caso, a trabajarlo en su estado más fresco: por ejemplo, todos los zumos que utilizamos los exprimimos diariamente".
Además, tienen una amplia oferta de cócteles de aperitivo, como ahora el Adonis, el Bamboo o el Negroni, que aquí rematan con vino de Jerez, que le confiere un toque de yodo muy sabroso. También te harán cualquier copa clásica (sí, también un gin-tonic, y quizás será lo mejor que has tomado nunca) y tratarán de adivinarte la copa que más te gustará aquel día que no sabes ni tú misma cuál quieres.
Harás bien en escoger algún cóctel de la selección acotada y bien pensada del 14 de Rosa. Como eso va a gustos y de preferencias, así que aquí van mis preferidos: Gimlet, Final Word, Open Sesame y mi preferido absoluto, Rosa's Dream, con quien tengo el gran honor de compartir nombre, y que es una versión del Poet's Dream a base de ginebra, vermú, amontillado, licor de hierbas Bénédictine, verjus de frambuesas y licor de almendra, servido en una copa de Martini friísima y acompañado de una cinta de piel de limón y de una oliva. Es un cóctel escapista, que te hace volar, y es rotundo, como un poema potente que te hace aprender de la vida y, al fin y al cabo, sobre ti mismo.
Es un cóctel escapista, que te hace volar, y es rotundo, como un poema potente que te hace aprender de la vida y, al fin y al cabo, sobre ti mismo
Otro de los aspectos que hace destacar el 14 de la Rosa, por encima de otras coctelerías de la ciudad, es el gran servicio que ofrecen detrás y delante de la barra todos los miembros de su equipo, que son la elegancia personificada en cada gesto y en cada palabra: Jule Schwalb, Terry Terrazas, Antonella Giunchiglia, Maxime Staechelin, Maximilien Marteau y el mismo Dean Shury, que encontraréis uniformado, y haciendo tintinear con energía la coctelera, poniendo unas notas rápidas de percusión sobre el jazz que suena de fondo, entre conversaciones y carcajadas de una clientela cada vez más fiel.
Shury, que empezó a trabajar en bares para pagarse la carrera universitaria, muy pronto descubrió la vocación que lo trajo a barras míticas de Londres como la del Ritz, la de J. Sheekey (el restaurante de pescado más antiguo de la ciudad), la del Cuban Bar de Camden Market, la del Quo Vadis, la del The Groucho Club o la del Chiltern Firehouse. Hasta que aterrizó en Barcelona para montar su propio bar: el 14 de Rosa, en pie desde diciembre de 2018, que recibe el nombre del número y de la calle donde se ubica, el de Martínez de la Rosa, político liberal y escritor que encabezó el gobierno de España en 1822, durante el Trienio Liberal.
Abierto desde las 18 h de la tarde hasta la 1 h de la madrugada (hasta las 2 h viernes y sábado; lunes y domingo, cerrada), en Shury lo ha planteado su bar como un "pequeño café en una pequeña calle de Barcelona", de manera que puedes pedir desde café de especialidad (de Slow Mov, tostado en el barrio por la barista Carmen Callizo, una de las primeras mujeres de la ciudad en traer el buen café en casa nuestra) en cócteles, pasando por vinos naturales catalanes, vinos de Jerez, bebidas sin alcohol y una carta corta pero resolutiva de tapas, como un surtido de quesos o la panzanella, a base de tomate y corruscos de pan. Como se suele decir, si el 14 de Rosa no existiera habría que inventarlo con urgencia, pero, sobre todo, Barcelona sería una ciudad mucho menos excelente, tal es la importancia de tener unos buenos bares, que son uno de los mejores paraísos urbanos.