El Poblenou, como muchos otros barrios barceloneses, va de capa caída. Como explica muy bien Albert Lloreta: «Pasearse por el barrio es ver cómo la combinación de especulación, digitales nómadas, oficinas y hoteles encubiertos hacen que pase definitivamente de ser un barrio popular a una zona de lujo». ¿Quién planta cara, quién es la resistencia? El mercado, las librerías, los ateneos populares, los teatros y todos los pequeños negocios que no dan el brazo a torcer al imperialismo económico, cultural y lingüístico de los brunchs, de los coworkings y del 22@ y su doctrina del crecimiento acelerado y destructivo.
Y es que ahora mismo, hacer un empedrado y no una hamburguesa gourmet o un bagel también es un acto de resistencia. Que mientras nos sindicamos, nos manifestamos, hacemos presión para cambiar las leyes injustas que fomentan la desigualdad, nos organizamos en cooperativas y cerramos filas de mil maneras para que nuestra sociedad y nuestro mundo no estén regidos por el afán de lucro desmesurado y se garantice el derecho a una vida digna, bien nos tenemos que alimentar, que se necesita mucha energía de la buena para conseguir que el futuro sea mejor que el presente.
Més de Vi: todo un referente del barrio
Es desde cada una de las cocinas —de casa nuestra o de un restaurante— que podemos coger fuerzas todo celebrante. Así que si un día, después de comprar caballa para escabechar en el Mercat del Poblenou y poesía catalana en la Nollegiu, os coge el hambre y sueldo lejos de casa, no os lo pensáis dos veces: a cuatro pasos tenéis el Més de Vi, que os recibirá con los brazos abiertos. Cuando entras en el Més de Vi, el espacio enseguida te acoge: los techos altos y los ventanales dan amplitud y luz, el suelo de madera y el jazz, rescoldo —y del resto, se encargan de mil maravillas Raquel, el Ángel y su equipo.
Raquel Riol y Àngel Geriz son dos jefes de sala que hace años y años que se conocen. Después de trabajar muy por cuenta ajena, se arremangaron y sin encomendarse ni a dios ni al diablo, transformaron el Més de Vi en el que es hoy en día: todo un referente del barrio. El Més de Vi no solo pasa la prueba del menú —16,9 € de inmejorable relación calidad-precio— sino que también pasa la prueba del arroz, que hacen todos los jueves como manda la tradición. La prueba del arroz es muy sencilla: si haces bien el arroz —de la misma manera que si haces bien una tortilla a la francesa— probablemente el resto también. Cada semana lo cambian, pero el que tuve la suerte de probar yo, de cordero confitado y alcachofas, era excepcional, de los de querer coger la agenda y escribir a todos los jueves del año: comida en el Més de Vi.
Si tenéis ganas de juerga, a la carta tienen un atún con ajoblanco delicioso, un torrezno con chimichurri de avellanas y romero memorable (me explican que para encontrar el torrezno ideal estuvieron meses: ¡se nota!), un rabo de buey con todo el sabor y la ternura del mundo concentrados o un mel i mató de una textura extraordinaria. Y si sois de vinos, también estáis de enhorabuena, porque Raquel y Ángel os aconsejarán encantados, lo que más os convenga de su carta muy bien pensada y constantemente reelaborada.