El Poblenou, como muchos otros barrios barceloneses, va de capa caída. Como explica muy bien Albert Lloreta: «Pasearse por el barrio es ver cómo la combinación de especulación, digitales nómadas, oficinas y hoteles encubiertos hacen que pase definitivamente de ser un barrio popular a una zona de lujo». ¿Quién planta cara, quién es la resistencia? El mercado, las librerías, los ateneos populares, los teatros y todos los pequeños negocios que no dan el brazo a torcer al imperialismo económico, cultural y lingüístico de los brunchs, de los coworkings y del 22@ y su doctrina del crecimiento acelerado y destructivo.

Y es que ahora mismo, hacer un empedrado y no una hamburguesa gourmet o un bagel también es un acto de resistencia. Que mientras nos sindicamos, nos manifestamos, hacemos presión para cambiar las leyes injustas que fomentan la desigualdad, nos organizamos en cooperativas y cerramos filas de mil maneras para que nuestra sociedad y nuestro mundo no estén regidos por el afán de lucro desmesurado y se garantice el derecho a una vida digna, bien nos tenemos que alimentar, que se necesita mucha energía de la buena para conseguir que el futuro sea mejor que el presente.

Platos de Més de Vi / Foto: Instagram

Més de Vi: todo un referente del barrio

Es desde cada una de las cocinas —de casa nuestra o de un restaurante— que podemos coger fuerzas todo celebrante. Así que si un día, después de comprar caballa para escabechar en el Mercat del Poblenou y poesía catalana en la Nollegiu, os coge el hambre y sueldo lejos de casa, no os lo pensáis dos veces: a cuatro pasos tenéis el Més de Vi, que os recibirá con los brazos abiertos. Cuando entras en el Més de Vi, el espacio enseguida te acoge: los techos altos y los ventanales dan amplitud y luz, el suelo de madera y el jazz, rescoldo —y del resto, se encargan de mil maravillas Raquel, el Ángel y su equipo.

Delicias para los paladares / Foto: Instagram

Raquel Riol y Àngel Geriz son dos jefes de sala que hace años y años que se conocen. Después de trabajar muy por cuenta ajena, se arremangaron y sin encomendarse ni a dios ni al diablo, transformaron el Més de Vi en el que es hoy en día: todo un referente del barrio. El Més de Vi no solo pasa la prueba del menú —16,9 € de inmejorable relación calidad-precio— sino que también pasa la prueba del arroz, que hacen todos los jueves como manda la tradición. La prueba del arroz es muy sencilla: si haces bien el arroz —de la misma manera que si haces bien una tortilla a la francesa— probablemente el resto también. Cada semana lo cambian, pero el que tuve la suerte de probar yo, de cordero confitado y alcachofas, era excepcional, de los de querer coger la agenda y escribir a todos los jueves del año: comida en el Més de Vi.

Si tenéis ganas de juerga, a la carta tienen un atún con ajoblanco delicioso, un torrezno con chimichurri de avellanas y romero memorable (me explican que para encontrar el torrezno ideal estuvieron meses: ¡se nota!), un rabo de buey con todo el sabor y la ternura del mundo concentrados o un mel i mató de una textura extraordinaria. Y si sois de vinos, también estáis de enhorabuena, porque Raquel y Ángel os aconsejarán encantados, lo que más os convenga de su carta muy bien pensada y constantemente reelaborada.