El Born es uno de los primeros barrios de Barcelona a caer en manos de la gentrificación: ya hace unos veinte años que ni con la inauguración del transatlántico del Born Centre de Cultura y Memoria los barceloneses lo pisamos mucho —y todavía menos después de que cerraran los míticos Señor Parellada i Gimlet. Ahora que incluso en zonas tan devastadas como esta hay rincones y trincheras: en una plaza recóndita y poco concurrida dedicada a la memoria de Víctor Balaguer —el primer cronista oficial de la ciudad— hace trece años que un par de hermanos de la Normandía comandan un espacio con mucha gracia, el restaurante Casal del Born.
Restaurante Casal del Born: bravas, carnes y platillos brutales
Simon y Julien vienen de familia ostrera —su tío es un importante productor— y enseguida aprovecharon este contacto directo para ofrecer de primera calidad y a buen precio: de la suculenta y carnosa variedad Utah Beach, media docena, 20 €.
En el Casal hacen cocina de mercado «femenina, ligera, de colorines», me dice Santi, que entró en el 2016 y que desde que Julien volvió a su tierra, hace equipo con Simon, maestro de los fogones. Santiago —que también es pintor— llegó a Barcelona en el 2004 de México y ahora es el encargado del restaurante y del obrador: en la parte de atrás del Casal preparan los fumados, los encurtidos —de coliflor, de nabos—, los chutnis, las mermeladas, los foies...
No trabajan con congelados e intentan hacérselo todo ellos. Cuando charlas, se nota que son unos apasionados por la gastronomía y todo el rato se rompen la cabeza para que cada plato tenga su qué, no se están nunca quietos, y es así que han tropezado con platos tan buenos como sus patatas bravas, que están al límite de la definición, pero son tan buenas que incluso Edu González, al rey de las bravas, las ha acogido: las hacen con un ragú de mejilla de ternera a baja temperatura, la enorme ración cuesta 9,5 euros y son espectaculares. Las sardinas las escabechan cuatro días con vinagres y sal, añaden una salsa teriyaki propia y las acompañan con pico de gallo, cilantro y olivas (9 €).
El menú que ofrecen a los mediodías es más que recomendable: por 15,5 € tienes una crema de verduras, merluza o entraña y opciones francesas como el paté de campaña, la rillette de caballa, la ratatouille o la tatin, toda de gran calidad, casera y de temporada. Tienen vinos naturales de amigos productores, como el Cal Cols del Penedès, y les asesora Benoît, de L'Ànima del Vi. El pan es de Vilamala y en la radio siempre tienen puesta la emisora francesa FIP, sin anuncios, muy ecléctica: puede sonar una banda sonora del estudio Ghibli o una canción de 1986 de Talk Talk. En el Casal trabaja gente de Ucrania, de Georgia, de los EE.UU., de Venezuela, de Francia, de México: son como las naciones unidas y hay muy buen ambiente.
Entre una cosa y la otra, como podéis ver, el Casal del Born es una gran opción para comer con tranquilidad y alegría si corres por el centro perdido de Barcelona.