Lunes por la noche, el cocinero Roger Sánchez Amat recibía una muy buena noticia: la fonda Bullanga (C/ Diputació, 437), donde es propietario y cocina, era galardonada con el reconocimiento de mejor menú mediodía de Barcelona, que tiene un precio de 15 euros. ¿Cómo es esta fonda del siglo XXI? "Un rincón del Fort Pienc donde ir a desayunar de tenedor y a comer de cuchara. Cocina popular catalana", dice en su biografía. Y bullanguera, con la banda sonora de tintineo que provoca el movimiento de cubiertos en su camino hacia la mesa, como tiene que ser cualquier comedor que al mediodía haga salir platos y más platos a precio económico en un menú capaz de satisfacer a todo el mundo.
En el Bullanga hacen hervir la olla para mantener viva la historia de la cocina catalana, en una revuelta (como las bullangas barcelonesas del siglo XIX) contra el menosprecio de la tradición, que quieren que siga humeando dentro del plato. Sánchez sabe muy bien cómo hacerlo, porque ha estado 20 años delante de los fogones del mítico Terra d'Escudella, el restaurante y cooperativa del barrio de Sants.
Es por eso que aquel día, que se ha girado un viento helado, pido escudella mezclada de primero, con unos buenos trozos de butifarra blanca y negra, pelota, garbanzos, arroz, fideos y todavía unas rodajas de zanahoria. El caldo y la manduca me restauran el ánimo, y pruebo los fideos dorados con alioli de la amiga con la que como: me coge envidia, porque son la mar de sabrosos y adictivos, y no tengo más remedio que pedirle otra cucharada.
De segundo, en la línea de querer seguir calentándome el cuerpo, escojo el platillo de butifarra y pollo al vermut, un guiso en la cazuela, con un sofrito de cebolla, tomate, ajo y laurel, que ha hecho una salsa rojiza donde es imposible no mojar todo el pan. Delante de mí, llega una tortilla de setas la mar de buena, porque a veces la cosa más sencilla, bien tratada, es la que siempre nos hará más felices.
Me quedo con ganas de volver al Bullanga, que es mi primer criterio para recomendar un sitio. Y volveré para probar el capitripa con metralla, del que me han hablado muy bien, para hacer un arroz del menú de los sábados (a 19 €) y para empezar el día volando con su desayuno de tenedor. Porque Bullanga abre muy temprano con un surtido de bocadillos de todo tipo, donde brillan los embutidos de Obach Organyà, como el toro blanco o la donja, que es una pieza típicamente andorrana a base de tocino y mucha pimienta negra. Y también hacen platos de cuchara protagonizados por las recetas de menores de los Països Catalans: capipota con chanfaina, lengua con alcaparras mallorquina, pamipipa de oreja y morro, con pasas y piñones, vientre con setas y la siempre de moda mejilla de cerdo al horno.
En las paredes del local se puede leer la historia de las fondas de sisos, aquellos antiguos establecimientos de hostelería, asequibles y humildes, donde el Bullanga se mira al espejo para recuperar los platos barceloneses y catalanes auténticos.