La transformación de Poblenou ha sido notable en escasos decenios. De ser considerado el Manchester catalán hará un siglo, por tener la máxima concentración de industria del país, a ser barrio emergente y destino de empresas emergentes y agencias, con una población ecléctica bien rellenada de expats. Hará más de 100 años también, otro Poblenou tomaba forma, mucho menos glamuroso: el de las barracas, en núcleos como el Somorrostro, Pekín o Transcementiri. En una de estas chabolas nació la célebre bailaora Carmen Amaya, orgullo de la comunidad gitana y de la ciudad. Una ciudad que, precisamente, la comunidad gitana conoce como Bajarí (Barcelona en caló).

Así cerramos el círculo, porque el restaurante Bajarí, el nuevo proyecto del binomio de chefs Marta Rosselló y Daniel Benitorafe, reflexiona en clave gastronómica sobre la realidad del Poblenou. Para empezar, se ubica donde antes estaba el Koh, dirigido también por los mismos chefs, con cocina asiática, y la razón por la cual Rosellón y Benitorafe han mudado de concepto es muy empresarial y está muy bien razonada: "Ya habíamos cumplido un ciclo", explica Benitorafe, "y el barrio ahora tiene necesidades diferentes de las que detectamos al abrir el Koh". Un barrio que es eminentemente diurno, pide buenos desayunos, comidas sabrosas y rápidas y meriendas de lamerse los dedos. Por lo tanto, Bajarí abre puertas desde las 9 hasta las 7 de la tarde de lunes a viernes.

Los puerros con crema de Comté y avellanas del Bajarí / Foto: Marta Garreta

A un interiorismo luminoso, alegre y mediterráneo, Bajarí ofrece platillos de cocina viajera, sin moverse más allá del Mediterráneo y quizás es esta idea la que condujo a los chefs a pensar en Bajarí como nombre: más allá de la referencia a aquella comunidad gitana que vivía en una Barcelona invisibilizada, su cocina tiene factura mediterránea, saludable y sabrosa, pero sencilla, sin artificios. "La comida del disfrute ya no existe", sentencia Benitorafe, "porque el comensal tiene prisa y se alimenta a través de los input visuales".

Se puede disentir en cuánto llegan los platos a mesa, ya que a la estética se le unen sabores conseguidos y mucho confort. ¡En Bajarí hay disfrute en abundancia! Redondeado, después, por una propuesta de menú de mediodía muy lista y ajustada en precio: por 15 a 20 € se come deprisa y muy a gusto. La inspiración parte del plato combinado tan nuestro de los bares de corte popular: se escoge de entre las opciones del menú tanto la proteína como tres acompañamientos, bebida y postres.

La lubina con costra de hierbas del Bajarí / Foto: Marta Garreta

En los platos que desfilan por los ojos y después llegan a mesa hay auténtico amor por la profesión de dar de comida porque en este menú, el equipo de Marta y 'Benito' invierte horas, creatividad y dinamismo con el fin de cambiar las opciones cada semana y poder atender, así, la materia prima según disponibilidad y temporada. Hay nivel: polenta frita con tzatziki, raíces asadas con salsa de tahini y limón, puerros con crema de Comté y avellanas (sublime), una galette salada... y así hasta 10 propuestas de acompañamiento. Con respecto a la proteína, destaca la lubina con costra de hierbas y enamora como pasta la de calabaza, queso y salvia.

La pasta con calabaza, queso y salvia del Bajarí / Foto: Marta Garreta

Platillos elegantes y pensados para contrarrestar los estereotipos: "Huimos de los brunch y los brioches y el café de especialidad, y ofrecemos desayunos contundentes y deliciosos, sin necesidad de irnos al extremo de los desayunos de tenedor", explica Benitorafe. Y sigue: "También tenemos en cuenta que hay quien come tarde y le gusta merendar. Así es el barrio y creemos que lo hemos escuchado, ofreciendo un equilibrio entre la parte cultural que queremos mostrar y el perfil del comensal".

Bajarí lo es, de equilibrado, y con creces. Varios momentos de consumo para eclécticas preferencias y paladares para un barrio que enarbola la bandera de la modernidad. El binomio de chefs que también firman lo enraman bar Noru, a 5 minutos caminando (Pedro IV) lo han vuelto a acertar de lleno, mostrando una vez más que el antiguo y respetado oficio de dar a comida en los otros lo dominan más allá del alta cocina (que ambos trabajaron en un pasado).