He pasado muchísimas veces por la plaza Universitat y reconozco que no me había detenido nunca para conocer la oferta gastronómica más inmediata de esta zona. Descubrir restaurantes de cada lugar de Barcelona es mi pasión y decidí ponerme manos a la obra en esta área a tocar del centro de la capital catalana. Mi apuesta es alta. Literalmente, ya que el restaurante Casa Luz es un establecimiento aéreo ubicado en el ático de un hotel (ronda Universitat, 1) en el corazón de la ciudad condal.
Restaurante Casa Luz: cocina de autor aérea sensacional
Ofreciendo una cocina de autor, mediterránea y refrescante al mismo tiempo, propone sabores locales y auténticos, que celebran la identidad y esencia de nuestra ciudad. Así como sabemos que hay bares, restaurantes, bodegas o casas de comidas, también encontramos una propuesta suculenta a la hora de probar la comida de un restaurante. Desde la simple carta, que puede ser corta o muy extensa, hasta los interesantísimos menús de mediodía, menús degustación o los aplaudidos menús de temporada.
En Casa Luz apuesto por adentrarme en el menú de temporada de 9 pases, por 54 €, que han diseñado Tomàs Abellan y Mariano Segura. Bajo una luz tenue y una barra central con mucha presencia, las mesas se disponen muy espaciadas entre ellas, cosa que siempre es de agradecer y acostumbra a echarse de menos cada vez más cuando vamos a comer. Adicionalmente, dos terrazas anexas, pero no conectadas, que ofrecen la opción de comer o cenar con unas vistas increíbles o hacer un cóctel sobre las luces de Barcelona.
Con un par de ostras Thierry #2 de Normandía iniciábamos este menú despampanante que proseguía con unos deliciosos mejillones gallegos en escabeche de zanahoria muy sabrosos. Otras opciones que no se incluyen en el menú, pero que puedes encontrar a la carta son croquetas de jamón ibérico (2,5 €/u.) o una tapa de jamón ibérico puro de bellota Carrasco (23 €).
Más platos estimulantes que hacen reventar de felicidad y desbordan un talento inconmensurable difícil de encontrar por este precio: tartar de tomate con hojas de capuchina y kizami o la ventresca de atún con picada mediterránea. Pero también hay que añadir al listado la alcachofa con parmentier de patata, yema de huevo y trufa melanosporum.
Sí que es cierto que los platos son la gran medida cualitativa de un restaurante, pero para que la experiencia sea completamente satisfactoria me gusta tener en cuenta otros aspectos. En este caso, quiero subrayar el excelente servicio orquestado por Estefanía, explicando con precisión y maestría cada uno de los platos y una música de trasfondo nada pesada que armonizaba dulcemente la velada.
Después de tres entrantes fríos, tres calientes y un plato principal llega la hora de los dos postres. Y me permitiréis que me centre en un flan de huevo que posiciona como uno de los mejores de la ciudad. Jugoso, se deshacía en la boca magistralmente con una carga de sabor impresionante que pone la guinda a un menú de temporada delicioso digno de uno de los mejores sueños sibaritas.