La comarca del Maresme cuenta con una oferta gastronómica fantástica que, al mismo tiempo, incorpora la despensa de la zona dentro de sus elaboraciones, sea de la huerta o del mar. Un recetario relleno de mar y montaña con cierta preeminencia de la cocina marinera que se puede disfrutar en muchos establecimientos con fogones excelentes. Se acaba de añadir al listado una interesante apertura en el Masnou, el restaurante Oblikue. A los que frecuenten la zona les sonará el chiringuito con el mismo nombre en Vilassar de Mar, en la playa del Astillero, pero lo que ahora nos ocupa es la incursión de los mismos propietarios a la gastronomía de más vuelo. Cuentan con una fantástica cocinera, Adnaloy Osío, capitaneando cocina y propuesta gastronómica, garantizaba que no solo hay calidad de producto, sino personalidad en los platillos propuestos.

Osío es una vieja conocida para los amantes de la buena cocina, que quizás la recordarán por|para el añorado restaurando en el Eixample, el Caña de Azúcar, y con una dilatada experiencia que muestra cómo es, de todo-terreno, esta venezolana instalada en el Maresme: estudió en la Hoffman y trabajó con Martin Berasategui, Andoni Aduriz y Jordi Cruz (en L'Angle), con incursiones en Berlín y en Madrid (La Cabra). Desde que cerró el Caña de Azúcar, su primer, y de momento, único proyecto como chef y propietaria, había estado realizando asesorías y proyectos para varios restauradores. Por lo tanto, que Adnaloy vuelva a liderar una cocina donde se la pueda reconocer y disfrutar, es una gran noticia.

El espectacular arroz del Oblikue / Foto: Marta Garreta

El punto de partida del Oblikue, la elección del mejor producto en temporada, es algo que a la chef la sitúa en una zona de confort: "Contar con proveedores de confianza que proporcionan producto de gran calidad es para mí algo básico, ya que el comensal lo sabe apreciar e identificar", explica Adnaloy. También lo es la brasa, que actúa como hilo conductor de su cocina, como buen latín: la brasa participa tanto de cocciones de carne o pescado como finalización de platos, sean arroces, pan o cualquier otro plato caliente. De aquí la prevalencia de la lata, tanto como utensilio para cocinar, como plato que se presenta en mesa. "El fuego imprime matices primarios que conectan con las emociones", asegura la chef. Y buena parte de razón tiene, cuando al probar una simple tostada con pan con tomate y anchoas 00, los ojos del comensal se humedecen de felicidad. Se degusta tradición y recetario, pero la personalidad en la cocina muestra estos platos de siempre como algo nuevo y revolucionario.

El morro de bacalao con pimiento también se gratina a fuego vivo y parece que haga elevar los matices de la nuez moscada a la bechamel clásica, suavizando un plato sencillo pero efectivo. No falta tampoco el uso de las hierbas aromáticas, uno de los emblemas de la chef: el plato se finaliza con una hoja de estragón y una pequeña rama de albahaca limonera. Más brasa a uno de los arroces más espectaculares probados hasta el día de hoy. Lo presenta a la lata, socarrado, sucio e intenso de sabor al estilo ampurdanés y con un extra que impulsa el sabor: salsa americana hecha con las cabezas de las gambas que se reparte en una salsera a la vista del comensal, cuando el arroz ya ha llegado a mesa, para disfrute de las papilas gustativas, que empiezan a trabajar con locura.

La ensalada rusa / Foto: Marta Garreta

Pero ojo, que no todos los petardos se lanzan con los platos calientes: la ensalada rusa es una maravilla estética y palatal que encapsula técnicas y amor por el detalle. Los pepinillos y las alcaparras se envinagran de forma casera, tanto la ventresca de atún como los huevos de codorniz se han cocinado a baja temperatura y las zanahorias baby enteras que conforman la composición, se han hecho a la brasa. Resulta un plato desestructurado, pero juntado con gran sensibilidad para que el crujiente sea evidente, con brotes de hinojo y de guisantes para aportar frescor.

La tortilla vaga con jamón ibérico / Foto: Marta Garreta

La fiesta se convierte en festín cuando se suman las croquetas de gamba, las de pulpo, o una tortilla vaga con jamón ibérico, donde el pan forma parte del mismo plato y no del emplatado. Osío y su joven equipo se esfuerza por hacer disfrutar y por hacer olvidar que, quizás, la ubicación (en la Plaza de las mujeres del textil del Masnou) no es el más adecuado para un restaurante gastronómico, a pesar de la luz que entra con fuerza por los amplios ventanales y la decoración. ¿Pero, al fin y al cabo, qué importa? Oblikue aporta calidad, personalidad y se postula para encabezar las listas de la restauración del Maresme con firmeza. En cuánto se prueba, se entiende.