Los bares de tapas son y serán siempre el último refugio de la buena cocina popular. Un sitio perfecto para ir a cualquier hora y disfrutar de una ensaladilla rusa, de una tortilla de patata o de cualquiera de las originales propuestas que presentan locales como el Bar Pimentel. Un establecimiento que solo hace un año que abrió en el Born y que ya se ha convertido en un referente de buena gastronomía en el barrio.
Pequeño, pero avispado
El Bar Pimentel se ubica en la esquina entre las calles Carders y d'En Tarròs, en pleno barrio del Born y detrás el mercado de Santa Caterina. Un pequeño rincón con capacidad para una veintena de personas que combina a la perfección las tapas clásicas de toda la vida con el ambiente juvenil y moderno que se respira en el barrio. La entrada del local, con la carta colgada a fuera y el cartel bien visible sobre la puerta, da directamente a la vitrina de tapas. A mano izquierda está la barra y a la derecha algunos taburetes para acomodar a los comensales en unas mesas altas. Al fondo, una mesa más grande precede el pasillo que conduce a la sala de detrás, con espacio para un par de grupos más.
Como buen local de tapas, la barra es la protagonista, con una vitrina que hace salivar y una retahíla de botellas que decoran la pared de detrás
Como buen local de tapas, la barra es la protagonista, con una vitrina que hace salivar y una retahíla de botellas que decoran la pared de detrás. El espacio es agradable, con las paredes de piedra, los muebles de madera y una música de fondo que, a pesar de estar un poco fuerte, hace que el ambiente sea animado e invita a quedarse.
Tapas variadas
La oferta de tapas comprende diferentes clásicos, desde la ensaladilla rusa hasta los calamares, pero siempre con un toque innovador que convierte cada plato en una experiencia diferente. La mejor manera de saber si un sitio es bueno es pedir las croquetas, y en el Pimentel las hacen muy buenas. Tienen diferentes tipos, pero una de las menos habituales es la de gamba; casera y deliciosa. Lo mismo pasa con las gildas, de anchoa, boquerón o bacalao. Y si buscas tapas más sofisticadas, las zamburiñas con tomate y el brioche de mantequilla con anchoa son dos opciones excelentes.
Además de platillos para picar, sin embargo, en el Pimentel tienen raciones más contundentes. El plato de caballa con pimiento asado y cebolla tierna es exquisito, y para los más atrevidos, el calamar con kimchi es una alternativa ideal. Pero los platos fuertes no están reñidos con los clásicos, como los torreznos con parmentier de patata y huevo, un plato rico, pero contundente. Para maridarlo tienen diferentes opciones de vino y cócteles.
Los postres del Pimentel son excelentes
Y si después de este festival de tapas crees que ya lo has visto todo, todavía te queda lo mejor. Los postres del Pimentel son excelentes. Tienen algunos postres clásicos que nunca pueden faltar, como la crema catalana o el flan casero, pero la joya de la corona es la tarta de queso de miel y mató. Nadie pide miel y mató en los restaurantes, pero todo el mundo pide tarta de queso. Así que para dar salida al mató, en el Pimentel sirven unos postres de toda la vida "disfrazados" de 'cheesecake' con nuez rayada al momento por encima. Una genialidad deliciosa que recomiendo mucho probar. Y si no eres amigo del queso, la torrija con helado de vainilla y fresas —acompañada de una copita de vino dulce— también es deliciosa.
Una comida redonda que seguro que no hubiera sido lo mismo sin la atención y la amabilidad de Omar y Flakka, dos camareros jóvenes y el mar de simpáticos que son la clave del éxito del bar.