Las grandes ciudades están llenas de rincones y antes de coger el avión para hacer el pardillo por el centro de cualquier capital con las mismas franquicias que en Portaferrissa y el paseo de Gracia te harías cruces de lo que puedes llegar a encontrar si coges el metro y bajas a una parada de un poco más allá de la tuya de siempre.

La Bordeta es una barriada de Sants donde desde el siglo XIX se instalaron pequeños talleres y vivían allí trabajadores de la fábrica textil Can Batlló. Aparte de La Borda —el edificio de vivienda cooperativa en cesión de uso pionero en Barcelona— y uno de los premios de poesía más antiguos en catalán —el Amadeu Oller-, uno de los corazones del barrio es la plaza Súria. En esta plaza concurrida y con mucha vida, cuando es la fiesta mayor del barrio —el fin de semana siguiente que las de Sants— se hacen conciertos, karaokes, cenas de hermandad y chocolatadas. En marzo, por Sant Medir, también hacen una calçotada popular.

En la plaza Súria hay de todo: bares de toda la vida, restaurantes de entablarte, una pizzería y un peruano. A tocar, un local de ramen y una coctelería muy estrafalaria. Los domingos aguanta la antorcha Las Mañanitas, que nunca cierra, y la gente se reúne para jugar al remigio y hacer un café con leche o un bocadillo: Helena y Xu se encargan de que no falte nada. Desde que en el 2017 Jordi Marzo abrió su Tramendu en la antigua heladería que hay en una esquina de la plaza, que esta vermutería se ha convertido en un referente: sus tortillas (4,5 €) y sus calamares rellenos (8,9 €) atraen tragones de toda la ciudad.

En la plaza Súria hay de todo: bares de toda la vida, restaurantes de entablarte, una pizzería y un peruano: Las Mañanitas, el Tramendu y el Delicias condecoran una plaza que echa humo entre los fogones

Plaza de Súria / Foto: Ajuntament de Barcelona

Como hacen las cosas bien, en el 2020 compró el local del lado para hacer un restaurante donde ir a celebrar como es debido, y ahora hace poco ha abierto una brasería también a cuatro pasos. A media plaza está el Delicias, un restaurante peruano que comanda amablemente a Frank desde hace veinte años. No os perdáis su ceviche (7,5 €) o su chicharrón de pollo (5,9 €): hechos al momento, son buenísimos. En la otra banda de la plaza está el bar homónimo, con una terraza que hace bueno de estar: la última vez que fui, un grupo de rusos jugaba muy animadamente al Texas hold'em. Tampoco es extraño que alguien saque la guitarra y empiece a cantar.

Hace unos meses en Las Mañanitas hubo jarana: un señor que no estaba bien de su juicio se equivocó de botón en la máquina de tabaco y no le cayó lo que quería. ¡Sin encomendarse a Dios ni al diablo, a gritos de «Yo quiero mi Nobel!» (como si estuviera ante el rey de Suecia en vez de la pobre Helena), la amenazó con volver con un carretón para llevarse la máquina. ¡Y dicho y hecho! Pero con el peldaño de la entrada, la máquina cayó al suelo y el estruendo atrajo a algunos vecinos: al ver el panorama lo convencieron de agrado a la fuerza para que se largara y dejara en paz a los dueños de Las Mañanitas. ¡En la plaza Súria no saben qué es el aburrimiento!