Hay pocos artistas multidisciplinares en Barcelona en el terreno gastronómico. De entrada, puede resultar extraño vincular la palabra chef con la de artista, más allá de utilizarlo en un contexto de elogio para mostrar satisfacción o admiración. El caso es que aplicado a Miquel Coulibaly, es pura literalidad. Este creador ha sido recientemente vinculado a Comida Codac, un restaurante donde la propuesta gastronómica se anclaba en la expresión personal de Miquel, que había creado un lenguaje propio donde vinculaba la comida con formas, colores y sus temperaturas. La expresión formal a menudo se confrontaba con el comensal, a menudo poco acostumbrado a que con la comida se le expulsara involuntariamente de su zona de confort. Y Miquel era consciente: "he asumido que lo que propongo, no cuaja en la ciudad", confiesa el creador.

El dulce se relaciona con formas redondeadas y los colores cálidos, el ácido es un triángulo y los colores degradados, y el amargo, en formas irregulares con colores oscuros
Comida Codac tiene fecha de caducidad. Aunque en principio está cerrado, los más fieles adeptos del singular chef tienen que saber que Miquel ha organizado una despedida como es debido: solo bajo reserva y para cenar los martes, jueves y viernes, ha creado un menú-instalación donde interpreta el sabor como un objeto. Para poner ejemplos: para él, el dulce se relaciona con formas redondeadas y los colores cálidos, el ácido es un triángulo y los colores degradados, y el amargo, en formas irregulares con colores oscuros. Luces, mobiliario y vajilla son creados por el mismo Miquel para alojar sus creaciones, buscando mostrar una globalidad en su discurso que haga reflexionar y mirar dentro de uno mismo. No busca el confort, y algunos comensales podrán sentirse desubicados, pero para Miquel, lejos de disuadirlo, entiende que es la forma de entonar un "hasta otra ocasión" a su proyecto gastronómico más ambicioso. "He recibido propuestas desde Japón y Dubai y estoy estudiando trasladar mi lenguaje en formatos de instalación o de pop up allí", explica Miquel.

Japón es una meca para él, y lo descubrió cuando, en los alrededores del 2013, se iniciaba en la aplicación de sus estudios de Bellas Artes, ilustración y cómic en la creación de unos bombones con relleno de esencias de flores de Bach. Su sorpresa fue descubrir que en Japón ya existían máquinas expendedoras de aloe vera e, investigando, cada vez se sentía más reflejado en la cultura nipona. "La visión de la cultura japonesa me es muy cercana", desgrana Miquel, "la sutileza, el lenguaje no verbal o incluso invisible de disciplinas como el wabisabi, el ikibana o la ceremonia del té me representan, junto con la idea de que todo discurso tiene capas que, sacándolas, revelan una profundidad". Así, este creador multidisciplinar ha ido alineándose con esta cultura japonesa, aprendiendo el idioma, como buen perfeccionista, y todo apunta que su futuro pueda desarrollarse en el país del sol naciente, de donde ha recibido interesantes ofertas.

Es aquí donde la madurez como creador gastronómico se refleja, ya que ha equiparado en importancia la propuesta líquida a la sólida
Pero el ego de Coulibaly no radica en el reconocimiento, sino en la satisfacción de la expresión personal y la certeza de haber conectado con quien lo entiende. Por lo tanto, mientras Comida Codac se despide con elegancia, Coulibaly reabre una versión madura del Sr. Brown que revolucionó el mundo del chocolate desde un pequeño local de la calle Enric Granados del 2015 al 2017. Corregido y aumentado, el Sr. Brown que abrió el diciembre pasado en la calle Entença, número 3, toma el relevo de otro visionario conceptual dentro del diseño en la gastronomía: allí se había alojado el Ex-Designer de Martí Guixé durante más de 20 años. Siguiendo la estela, todo lo que se ve al traspasar la puerta ha salido de la mente de Coulibaly y de su estudio creativo, Juguete Estudio: muebles, luces de seda, construcciones en hierro y acero... Es un mix entre Cafetería Industrial, el proyecto que tuvo en Poblenou desde el 2019 hasta el 2023, y el mismo Comida Codac, con contenido del antiguo Sr. Brown. Una mezcla que, lejos de resultar un Frankenstein, encaja como las piezas de un rompecabezas. Allí encontramos bebidas gastronómicas como el cacao líquido, donde la pasta de cacao que él elabora de los granos de fincas del Perú y Venezuela se mezcla con agua y resulta un brebaje hipnótico, de matices tostados y dulzura ligera; el caramelo con alga nori y arroz, el sésamo negro o el hojicha (hojas de té verde tostadas, con puntos fumados), junto con matcha latte, golden milk o un chai cremoso delicioso.

Es aquí donde la madurez como creador gastronómico se refleja, ya que ha equiparado en importancia la propuesta líquida a la sólida, conformada esta última por una tríada compuesta por la pastelería salada (ganache de chocolate salado con crujiente de sésamo, postres de limón y chocolate blanco con notas botánicas o pastel de fresa con nata ácida), los bocadillos (jamón, queso y mostaza de cacahuete o bizcocho de tomate, atún y espinacas) y los onigiris (de remolacha y aceitunas negras con pasta de atún y gambas secas o el de edamame, tomate seco y aceite de hierbas). Cada día, como si se tratara de un ritual, Miquel, en cuanto ha abierto persiana y encendido luces por la mañana, elabora primero la pastelería, después los bocadillos y después, los oniguiris, donde todos juntos lucen en la vitrina de la barra. En cuánto llega Miriam Lechuga Ros, fiel mano derecha a quien Coulibaly reconoce que "gracias a su compromiso con el proyecto y su pureza, alineado con mi visión, los proyectos han pervivido", la máquina de café (de especialidad, claro está) empieza a funcionar.
Sr. Brown no ha nacido para gustar a todo el mundo. Miquel es consciente y lo acepta. Pero Sr. Brown será un faro para los que busquen reflexión, discurso y concepto bien armado. Este catalán, hijo de una andaluza y un nigeriano de Dakkar, llegó al mundo con dualidades y la necesidad de confrontar lo establecido. Poco se pensaba, cuando de pequeño cocinaba, intentando emular el arroz con crema de cacahuete y pollo del padre, que la cocina sería su forma de expresión personal como creador. Lo amas o lo odias, pero Miquel Coulibaly trascenderá.