El bar, aquella institución en la que todo el mundo piensa cuándo quiere un bocadillo rápido, una caña o cuatro tapas para picar. Un lugar tan integrado en nuestra cultura gastronómica que a veces olvidamos lo que es disfrutar de buena comida en un bar con cara y ojos. El Rabbit's Bar, en el barrio de Sant Gervasi Galvany, es justamente eso: un bar como dios manda, con un producto de primera y un trato excelente. Y además, por| un precio justo.

El bar prodigio

El Rabbit's Bar hace solo medio año que abrió en el núemero 16 de la calle Ganduxer, seis meses durante los cuales ha trabajado de lo lindo para llevar la gastronomía de bar al siguiente nivel. Y no os penséis que han hecho nada innovador. Ni han reinventado la cocina, ni se han inventado ningún concepto en inglés para parecer más interesantes. Simplemente, trabajan bien y ofrecen un producto bueno, bien cuidado y al precio que toca. La fórmula del éxito de Rabbit's Bar recae al mantener la esencia de un local de toda la vida, pero en un negocio con un personal motivado, joven y transparente. Tan transparente que a la hora de elaborar tanto los platos fríos como los calientes - desde los clásicos como la ensaladilla rusa o la esqueixada de bacalao hasta los más 'innovadores' como el steak tartar - , tanto la barra como la cocina son abiertos y quedan a ojos de todo el mundo.

Espacio del Rabbit's Bar. En el centro la barra abierta y al fondo la cocina.

Ni han reinventado la cocina, ni se han inventado ningún concepto en inglés para parecer más interesantes. Simplemente, trabajan bien y ofrecen un producto bueno

Experiencias diferentes

Quizás no habéis pasado nunca por delante, pero el Rabbit's Bar queda solo a diez minutos del centro comercial de Illa Diagonal. Que dios os coja confesados si nunca estáis allí y decidís comer en cualquier franquicia barata antes que visitar este establecimiento. Un espacio diáfano, acogedor, solemne y cuidado que está decorado con colores blancos y rojos suaves. Un ambiente muy agradable en el cual apetece estar, aunque haya un bullicio constante de gente entrando y saliendo. Que haya gente en un local es señal de buena casa, y al Rabbit's, efectivamente, se tiene que ir con tiempo. Pero a pesar de estar siempre lleno, es un sitio al cual vale la pena volver. No solo para probar todos los platos de la carta - porque os aseguro que no hay ninguno que haga mal pinta -, sino también porque comer en la barra, en una mesa o hacerlo ante la cocina abierta son experiencias del todo diferentes.

Cocina abierta

Pedir a dedo y pagar a peso

El producto del Rabbit's es fresco, de calidad y muy sabroso. Hay muchos sitios donde el producto es bueno, pero no son muchos los que lo exponen en una vitrina y todavía menos los que tienen producto fresco como gamba, cigala o navajas frescas. Si mientras te haces una copa de vino con tus amigos te apetece probar una de las gambas del escaparate, pues se la pides a Joel, que la pesará, te la servirá, y te cobrará solo la parte que toque. ¿Quieres diez? Pues pagarás lo que pesen las diez. El único precio cerrado es el de los platos de la carta - que también ajusta las cantidades a las personas que seáis - pero lo que tienen expuesto lo podéis pedir a dedo y pagarlo a peso.

Y quién dice Joel, el camarero que preparar la comida fría en la barra abierta del centro, dice cualquiera de los camareros del local. Un equipo que no para de ir arriba y abajo, ajetreado con los pedidos y atento a todos los clientes, pero siempre con un buen humor maravilloso que consigue que te vayas contento y con ganas de repetir. Son muy pocos, por no decir ninguno, los sitios donde todos los camareros se han despedido de mí antes de marcharse. El trato es excelente, el producto es bueno y la cocina es de las buenas, de toda la vida y muy cuidada.

Vino blanco y croquetas de fricandó

Mención especial para una de las croquetas más maravillosas de la historia: una croqueta de fricandó. ¿Qué hay mejor que una croqueta? El fricandó. ¿Y hay mejor que el fricandó? Pues la croqueta de fricandó. Es solo uno de los muchos platos que vale la pena probar: crujiente por fuera, cremosa por dentro, servida caliente, pero sin que queme y de un tamaño que, por los 3 € que cuesta, es más que suficiente. Lo único que no tiene el Rabbit's Bar es un menú del día, pero con la oferta y los precios de la carta, con una relación calidad precio inmejorable, seguro que no lo echaréis de menos.

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