El centro de Barcelona es un hormiguero incesable de gente ajetreada que lucha por sobrevivir a la selva de hormigón. Coches, motos, autobuses y atascos colapsan el centro de una capital invadida por turistas. Pero entre tanto caos, hay un rincón junto a la plaza Urquinaona que te traslada a un ambiente tranquilo, pero igualmente estridente. Una combinación de conceptos que te relaja y te hace disfrutar de buen producto en un espacio amplio y pensado para todo tipo de gente.
Un espacio diferente
El restaurante Babou (Rda. Sant Pere, 32) es un restaurante que por fuera parece discreto, pero que esconde una cocina y un espacio que no te esperarías encontrar justo en medio de la ciudad. Se trata de un local joven que abrió puertas hace pocas semanas y que se empieza a dar a conocer al público a través de una oferta variada y adaptada a todos los paladares. Entrar en el Babou es como cambiar de dimensión. Tres espacios bien diferenciados conviven en un mismo local decorado por un mismo diseñador. En la entrada, la primera parte del comedor, con colores más claros y mesas pequeñas para una comida informal y ligera; si seguimos el pasillo, llegamos al corazón del restaurante, una zona más amplia con mesas que combinan sofás y sillas para generar un ambiente más recogido. Finalmente, si seguimos un poco más adentro, encontraremos una barra a mano izquierda y una terraza al final para quien quiera disfrutar de un bocado al aire libre.
Comida clásica reinventada
La oferta del Babou no esconde ningún secreto. Es un restaurante céntrico, preparado y adaptado para acoger a muchos comensales en un espacio grande y que ofrece desde cocina tradicional hasta platos más internacionales. Pero independientemente de lo que pidas, la presentación y el concepto gastronómico van un paso más allá. La esqueixada de bacalao, por ejemplo, se emplata de manera cuidadosa y tiene una combinación de ingredientes que la hace especial. Al bacalao, por sí solo, le falta un extra de sabor que se compensa de manera equilibrada con el aliñado de tomates secos que lo acompaña. El carpaccio de gamba roja es, además de bonito, sabroso e innovador, ya que se sirve acompañado del tradicional pan de gambas chino. Y los platos de siempre, como la carne o el arroz, están cocidos al punto que toca y con la melosidad que se requiere.
De postre, el nivel es lo mismo. El tiramisú con bola de chocolate es un postre relativamente clásico, pero con un extra de ingenio que lo hace más divertido. En vez de servirse directamente en el plato, el tiramisú se envuelve de chocolate duro y se presenta casi como si fuera un helado. Una comida correcta ubicada en un lugar turístico, pero con una calidad decente.