Todos tenemos un sitio que nos marca a fuego. Más que un lugar o un restaurante, es un refugio vital, que también gastronómico, donde reunirse con la familia y donde encontrarse con uno mismo. Desde que tengo razón de conciencia que visito este oasis barcelonés llamado Flash Flash. El recuerdo de toda una vida fotografiado entre las cuatro paredes de este restaurante, que se erige en histórico e icónico de la ciudad condal. Un espacio que me lo he apropiado como mi casa, lo he cogido en brazos y lo he incrustado en mi retina para siempre. Claro está que ellos han contribuido.

Restaurante Flash Flash: mil fotogramas de la vida de Barcelona

Un restaurante que basa su esencia en las imágenes, en los flashes y en la fotografía. En la calle de la Granada del Penedès, número 25, se podría almacenar la historia de la capital catalana. Una cápsula no solo gastronómica, sino social, política y económica de lo que ha vivido Barcelona en las últimas cinco décadas. Todas las vivencias, derrotas y victorias, alegrías y tristezas, unos Juegos Olímpicos y la transformación de una ciudad hacia lo que es actualmente. Unos metros cuadrados escasos que resumen y simplifican miles de historias y cambios.

En la calle de la Granada del Penedès, número 25, se podría almacenar la historia de la capital catalana. Una cápsula no solo gastronómica, sino social, política y económica de lo que ha vivido Barcelona

El restaurante Flash Flash no es recomendable para visitar, sino que es de obligado cumplimiento. Y si vives en Barcelona y no has metido los pies es todo una ofensa al buen gusto y a la inteligencia culinaria y social propia. No puedo contar con los dedos de las manos la infinidad a veces que he visitado el Flash Flash. La cantidad de tortillas especiales, cada una mejor y sorprendente que la otra, y la barbaridad de historias personales que he vivido allí. Tenía solo cinco años cuando fui por primera vez y hace pocas semanas volví a ir por enésima vez. Me encanta, porque estoy enamorado.

El emblemático interior del Flash Flash / Foto: Cedida

Poco más puedo añadir y más valioso que el hecho de sentir como si comiera en el comedor de casa. Estas paredes blancas, los sofás blancos y las siluetas negras son mi casa. Y no pediré disculpas por esta apropiación cultural. Y es que son estos casos los perfectos para ejemplarizar que la gastronomía es cultura.

Un restaurante de tortillas fotogénicas

"¿Y si montáramos juntos un restaurante de tortillas?". A finales de los años 60 y en una Barcelona efervescente, dos matrimonios formados por Karin Leiz y Leopoldo Pomés, Cecilia Santo Domingo y Alfonso Milá, se plantearon el reto de abrir un restaurante de tortillas. Los arquitectos Alfonso Milá y Federico Correa fueron los autores del interiorismo del Flash flash, en un blanco pulcro y minimalista, con ligeros toques de rojo. Cecilia Santo Domingo y Karin Leiz se encargaron de la elaboración y ejecución de la carta con más de 50 tortillas, las reconocidas hamburguesas y una gran variedad de ensaladas y platos del día. El fotógrafo Leopoldo Pomés realizó las imágenes de dimensión casi natural que decoran las paredes de una joven fotógrafa en acción, Karin Leiz, que se han convertido en un símbolo del restaurante y de Barcelona.

La primera idea fue una clara apuesta gastronómica: que tuviera una amplia y variada selección de tortillas. Pero el proyecto tenía que reunir varios requisitos: que no fuera ruidoso, que tuviera un horario muy flexible y generoso, con unos servicios luminosos y confortables (a diferencia de la mayoría de establecimientos de la época) y, finalmente, un personal cualificado y que te hiciera oír como casa. Y esta es su clave del éxito: un lugar que no ha variado en absoluto, cuando menos en los requisitos iniciales que, cincuenta y dos años después, se mantienen intactos.

Una de las paredes de restaurante más icónicas de Barcelona / Foto: Cedida

La carta engloba los básicos para picar, ensaladas, hamburguesas y arroces, pero el gran reclamo son las decenas y decenas de tortillas que cocinan en el Flash Flash. Tortilla de morcilla de arroz de Burgos; tortilla capuchina con cebolla, puntas de espárragos, crostonets de pan frito; o, por ejemplo, tortilla a la paisana con cebolla, pimiento, tomate, guisantes, judía verde, patatas. Estas son solo tres opciones de la cincuentena que tienen en carta. Unos horarios de cocina que se extienden cada día de la semana de 13:00 a 17:00 h y de 20:00 a 23:30, excepto del miércoles al sábado, que alcanzan hasta las 00.30 h de la noche. Ey, y recuerda que no hace falta que hagas la foto para colgarla a Instagram, ya que de eso se encarga Karin Leiz, la fotógrafa más 'gastro' de Catalunya.