Los amantes de la pasta y de la cocina italiana están de suerte. Que en casi todos los restaurantes hay un plato de pasta es prácticamente seguro, pero que sea su oferta principal y más destacada de la carta ya no lo es tanto. Yendo a parar a la calle de Moliné 1, chocamos con el restaurante Lombo, del chef y propietario Eugeni de Diego, cocinero y restaurador de la saga de elBulli. Un comedor situado delante de la plaza de Cardona con espacio para una cincuentena de cubiertos, se dispone una propuesta gastronómica formal y divertida, con una cocina amena para guardarse en las agendas
Restaurante Lombo: una oda a la pasta bien hecha
Lombo hizo sus primeros pasos como un proyecto entre amigos. De hecho, la idea era una casa de comidas italiana, que posteriormente se ha transformado en un restaurante italiano con toques mediterráneos, siempre manteniendo la esencia del sentimiento de 'como casa' que tanto inspira el chef. Lombo es una oda en la cocina de la mamma desde el punto de vista de un chef catalán. Recomendado por la Guía Repsol, abrió las puertas en el 2022 y se ha convertido en toda una referencia en el barrio de Sant Gervasi-Galvany.
Formado en la Escuela de Muntaner en Barcelona, graduándose en la promoción del 2002, a Eugeni de Diego le surge su amor por la cocina gracias al ambiente familiar, influenciado por la tradición culinaria de su abuela, propietaria de un bar en Badalona. Atraído por la creatividad y el ambiente artístico de la cocina, De Diego presenta el Lombo como una oferta agradable y tranquila donde comer muy bien con un ticket medio de unos 35 o 40 € por persona.
Atractiva y pausada cocina italiana con pequeñas concesiones en la galería, elaboran un buen producto, mayoritariamente de origen italiano y con un recetario fiel a la filosofía que se pretende. Los fogones no engañan y sus elaboraciones son francamente deliciosas, destacando un servicio atento, próximo y amable y con una carta de vinos de corta tirada, pero interesante.
Un rincón de Italia en Barcelona muy recomendable que me transmite más la vivencia familiar o de grupo de amigos. Unas croquetas de osobuco, la burrata en el plato y la focaccia de Pa de Kilo son los aperitivos a considerar para abrir hambre. Con respecto a los entrantes, las opciones se multiplican y las dudas también. Las gambas con salsa Gremolata, la ensalada de tomate de temporada con judías verdes al pesto o la pizza frita con mortadela y pistachos me llaman la atención, pero me decanto por el alucinante crudo de bonito alla Puttanesca y el clásico vitello tonnato.
"Trabajamos intensamente el producto de temporada y mantenemos una carta estable durante la estación, cambiándola 3 o 4 veces el año," explica De Diego. Recorriendo la carta, vamos a parar a los protagonistas gourmets. Los ñoquis caseros con mantequilla y salvia, los raviolis caseros de calabaza, los espaguetis caseros en el bronce con almejas o los pappaerdelle con ragú de osobuco son opciones que hacen salivar a cualquier comensal.
Un grosor de comensales, por cierto, que acostumbra a ser local, según reconoce el cocinero y propietario Eugeni: "Nuestro objetivo desde el primer día era y es priorizar a la gente del barrio y de Barcelona", admite. Una clientela autóctona que se deja cautivar por los platos de pasta. "Son el gran reclamo y la oferta que más atrae al público", finaliza De Diego.
Y es que no es para menos con los clásicos espaguetis a la carbonara y los linguine con tartar de gambas. Dos delicias que se me presentan en mesa y enamoran mi vista y mi paladar. La milanesa Lombo, el pescado del día a la brasa y la tagliata de lomo alto son otras opciones contundentes que se suman a alguno fuera de carta que dificulta la elección todavía más.
Y por último, unos postres clásicos y buenos como el helado de vainilla o pistacho de la "Cremería Toscana", una pannacotta cremosa y los clásicos pastel de chocolate o de queso casero. Aunque, finalmente, mi opción fue el tiramisú casero, todo un acierto para culminar una comida deliciosa.